El principio de un nuevo año trae ilusión y el prospecto de un comienzo diferente, de cambios y prosperidad. Ya nos comimos las uvas, corrimos por la calle con la maleta, nos aseguramos de tener billetes en los bolsillos.  Escribimos las resoluciones: dinero, viajar, perder diez libras, encontrar el amor, son algunas de las metas y deseos que más resuenan año tras año. La más importante, sobre todo, es la de tener y mantener buena salud. Sin salud no podemos llegar a realizar ninguna otra de nuestras resoluciones. Es la base para tener una vida, y un año, pleno y abundante. Tristemente, las condiciones en las que vivimos los panameños, generalmente, no son conductoras a que logremos este cometido.  

Si bien es cierto, debemos cuidar de nuestra salud. En esta época no falta el artículo en una revista o en las redes sociales que nos enumere los ocho o diez o doce mejores hábitos que cultivar para conservarse en buena salud. Hay que comer frutas y vegetales, y hacer ejercicio cardiovascular, pero también entrenamiento de resistencia, y no olvides dormir ocho horas, y tomar agua, y usar bloqueador solear, y meditar, y reducir el tiempo que pasamos viendo las pantallas, y las listas se vuelven cada vez más largas con el paso del tiempo. Por supuesto, todas estas recomendaciones vienen con evidencia de peso y en un mundo ideal las seguiríamos al pie de la letra. De hecho, muchos aspiramos a tomar estos pasos para cuidar de nuestro bienestar. Sin embargo, es importante reconocer que la responsabilidad individual y la genética son tan solo unos de los factores que influyen a nuestra salud. 

Existe la tendencia a culpar al individuo o hasta la comunidad por su mala salud. Es común escuchar decir que una persona no se cuidó, que a las personas no les gusta seguir las recomendaciones del doctor, que problemas como el de la basura en nuestras calles son por falta de educación y cultura. Es más fácil señalar un o un par de mal actores que a las grietas y las fallas de un sistema más grande. Pero no podemos resolver los problemas sistemáticos que previenen a los panameños de gozar de buena salud si no los encaramos primero. 

En Panamá, como en muchas otras partes del mundo, las tres enfermedades crónicas más comunes son la diabetes, la hipertensión y la obesidad. Enfermedades que se atribuyen a una pobre alimentación y falta de actividad física. En el sitio web de la Caja de Seguro Social se recomienda lo siguiente: “se debe trabajar en el estilo de vida saludable, se debe hacer actividades físicas, comer balanceadamente y trabajar el estrés”. Sencillo. Excepto que no lo es. Para el panameño promedio comer saludable viene a un alto costo, con los precios de alimentos nutritivos y fuentes de proteína cada día más caros. ¿Con qué tiempo puede cocinar estas comidas balanceadas y hacer ejercicio si pasa un mínimo de una a dos horas al día en transporte? ¿En qué espacios puede realizar estas actividades físicas? ¿En los muchos parques y áreas verdes con las que contamos en la ciudad? ¿En las aceras amplias y libres de desechos?  Empezamos el año con noticias de que uno de los pocos espacios públicos con los que contamos en la ciudad, el Parque Omar, podría requerir una cuota de admisión. No fue aprobado, pero ¿por qué fue esto si quiera considerado? 

Es un reto casi imposible controlar el estrés viviendo en la ciudad, ¿cómo se podría combatir los efectos de los disparados niveles de cortisol desencadenados por los altos costos de vida, la falta de ofertas laborales, los tranques, etcétera, etcétera, etcétera, sin soluciones a nivel sistemático? Éstos son tan solo algunos de los factores que contribuyen a la falta de buena salud. Se sufre con un desabastecimiento crónico de medicamentos en las instituciones públicas, y con los altos precios de medicamentos en farmacias privadas. Se deteriora la salud con la falta de un buen sistema de transporte público, con la inexistente salud mental preventiva, con la falta de insumos en hospitales, con las largas esperas para cupos de citas médicas, con la inconsistente recolección de basura, con la falta de agua potable, con la contaminación. Es responsabilidad de nuestros mandatarios tomar cartas en el asunto y escribir sus propias resoluciones para la mejora de los factores estructurales que impiden que el panameño pueda realizar (o no) sus cometidos de 2025, sin que falte la salud.