Dr. Juan J. Moreno M., Economía Aplicada en el CIEPS
Dr. José Fernández-Serrano, Economía Aplicada, Universidad de Sevilla
Dr. Martín Domingo, Economía Aplicada, Universidad de Sevilla 

 

En el acelerado mundo de hoy, donde la tecnología avanza a pasos agigantados y la globalización redefine las reglas del juego, la educación se destaca como el verdadero motor del desarrollo económico y social. Sin una base sólida en capital humano, cualquier aspiración de crecimiento económico se convierte en una estructura inestable. Hanushek y Wößmann (2007) y Canlas (2016) subrayan la importancia crucial de invertir en la educación superior para estimular el crecimiento económico.  

Además, diversos estudios empíricos demuestran consistentemente que existe una relación directa entre educación y crecimiento económico. Sin embargo, no es simplemente una cuestión de incrementar el PIB; es una cuestión de desarrollo humano, reducción de la pobreza y combate a la desigualdad. Mejorar la calidad y accesibilidad de la educación puede tener un impacto significativo en estos ámbitos. La pregunta que debemos plantearnos es: ¿estamos en Panamá aprovechando realmente este potencial? 

En América Latina, y especialmente en Panamá, la desigualdad socioeconómica es una barrera formidable. La educación debe ser el puente que permita a todos cruzar hacia un futuro mejor. La evidencia sugiere que una adecuada asignación de recursos públicos en educación puede promover la movilidad social y reducir la pobreza. Pero, ¿cómo estamos gestionando estos recursos? 

Para comprender mejor el desempeño del sistema educativo de la región latinoamericana, consideramos dos conceptos estratégicos propuestos por Sueyoshi y Goto (2013):  

  • Eficiencia bajo disposición natural: Pertenece a un pensamiento económico convencional, que se enfoca en optimizar recursos disponibles para obtener buenos resultados mientras se minimizan externalidades negativas, como el abandono escolar. Es la estrategia adoptada por Panamá, útil en contextos de recursos limitados, pero insuficiente para los desafíos actuales. 
  • Eficiencia bajo disposición gerencial: Implica una gestión proactiva de recursos, aprovechando oportunidades de inversión para mejorar la calidad educativa. Incluye tecnología avanzada y mejores practicas. Este enfoque, conocido como la “hipótesis de Porter” en el mundo corporativo, es lo que Panamá necesita adoptar para enfrentar los retos del siglo XXI. 

Nuestro estudio empírico, presentado en la XXIV Reunión de Economía Mundial, utiliza técnicas matemáticas avanzadas para evaluar la eficiencia de las políticas educativas en la región. Los resultados son claros: Panamá ha mantenido una estrategia convencional, logrando un promedio de eficiencia del 98%, superior a la media regional del 89%. Sin embargo, este enfoque convencional también revela sus limitaciones. 

Panamá ha sido más eficiente en movilidad social con un enfoque convencional, pero ha fallado en adoptar una gestión proactiva. Los niveles de eficiencia bajo la estrategia disposición gerencial son alarmantemente bajos. Esto sugiere que Panamá no ha capitalizado adecuadamente en tecnología educativa y mejores prácticas, perdiendo así oportunidades cruciales para el desarrollo. 

En términos de desarrollo socioeconómico y equidad, los resultados son aún más preocupantes. La eficiencia promedio en esta área es del 27%, por debajo de la media regional del 33%. Panamá necesita una reestructuración urgente de sus políticas educativas para lograr una mayor equidad y desarrollo sostenible. 

Diversos especialistas, como Freire (2012), Núñez (2012), Bernal (2016), De Gracía (2016), Arcia (2018), Philip (2019), León (2020), Agudo (2023), De León (2023), Torres (2023), Waked (2023), Archer (2024), Cañizales (2024) y Sanjur (2024), han destacado que desde principios del siglo XXI, Panamá ha enfrentado numerosos desafíos educativos y ha conseguido avances significativos. No obstante, la infraestructura deficiente, especialmente en áreas rurales, y un currículo anticuado enfocado en la memorización siguen siendo obstáculos importantes.  

Es crucial la formación continua de los docentes y la integración de tecnologías modernas para preparar a nuestros estudiantes para el futuro. Además, modernizar la supervisión educativa y adoptar enfoques colaborativos que han demostrado ser efectivos en otros países. Involucrar a toda la comunidad educativa en el proceso de cambios es vital para asegurar su éxito y sostenibilidad. 

Es urgente llevar a cabo un cambio integral y estructural del sistema educativo en Panamá. Solo con una visión definida y la colaboración comprometida de todos los sectores de la sociedad, podremos revitalizar nuestra educación y garantizar un futuro brillante para nuestros estudiantes. La educación es el camino hacia un Panamá más equitativo y desarrollado. No podemos permitirnos seguir postergando los cambios. Es hora de actuar.