La creencia que la educación es la única respuesta a los retos de desarrollo de una sociedad conforma una respuesta muy generalizada y constituye los contornos de lo que se entiende por educacionismo, pero esta creencia no está ausente de problemas si se entiende que la educación por si sola es capaz de propiciar la movilidad social o si se define a esta por aquel conocimiento que exclusivamente se adquiere en el aula. Desde luego la educación es un factor crucial en la movilidad social, teniendo un peso específico “en el ascensor social”. Este factor fortalece las oportunidades socioeconómicas de las familias y genera mayores posibilidades de movilidad social ascendente para las diferentes generaciones, y como se expresa en una entrada del blog de CIEPS “Eficiencia y gasto público en la educación panameña”, la educación es un vértice fundamental en la estrategia de desarrollo económico. Pero esta estrategia no puede ser aislada ni ser unidimensional si pretende componer una parte fundamental del modelo de desarrollo de un país. 

En los contextos con mucha desigualdad educativa suele operar una manifestación del educacionismo que parte de la acumulación de títulos de educación superior de los sectores privilegiados, en detrimento de unas mayorías que carecen de esta titulación. Este desfase genera que las personas con más títulos tengan sesgos implícitos hacia quienes carecen de educación terciaria.  

Así una de las consecuencias más negativas del educacionismo es que las personas que sufren déficits de capital académico son estigmatizadas. Profundizando en este déficit el trabajo de la psicóloga social Jennifer Sheehy-Skeffington, de la London School of Economics, señala que las carencias de títulos universitarios generan una sensación de estigma y vergüenza creando una baja autoestima entre quienes no disponen de esta titulación. 

Los sociólogos Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron describían en “La reproducción” como los sectores acaudalados de la sociedad invertían en capital académico y este se transformaba en capital simbólico invisibilizando el coste económico de esta inversión. Esta transacción conseguía que los títulos adquiridos por los sectores sociales más privilegiados se atribuyesen a propiedades naturales de los individuos descontando la inversión económica que las familias habían tenido que realizar para disponer de esta educación. 

Pero, por otra parte, la exclusiva acumulación de títulos no asegura una mejor transmisión del conocimiento en el sistema educativo. En el caso panameño, como manifiesta la investigadora educativa Nadia de León (CIEDU), en los datos de las pruebas de Erce se evidencia, de forma contraintuitiva, que los docentes con títulos de maestría o postgrado no consiguen unos mejores resultados entre su alumnado. La hipótesis que pondera que con una mejor titulación se obtiene una mejor enseñanza no se cumple en el Istmo. De hecho, en un estudio realizado por CIEDU, Summa, CIEPS y ProEd sobre la labor supervisora en el sistema educativo de Panamá, que se ha estado realizando en 2024, se manifiestan algunos efectos perniciosos del “titulismo” entre el personal supervisor. En los meses sucesivos se estarán presentando los resultados de este revelador estudio.  

Siguiendo esta argumentación en la investigación “Obstáculos en movilidad social de egresados de educación superior: la persistencia de las brechas en el acceso a oportunidades” se encontró que contar con una formación universitaria no garantiza subir en la escalera socioeconómica de un país y que los principales obstáculos a la movilidad social tienen su origen en el terreno social e institucional, por lo que, además de educar, es necesario lograr cambios en otras esferas de la vida pública (Barragán-Perea, Tarago y González-Quiñones, 2022). 

Quizás podría ser interesante prestar atención a algunas de las características de los modelos que han sido exitosos durante décadas, en este sentido cabe destacar los sistemas educativos de los países nórdicos (Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, e Islandia). En todos estos países se pone el foco en la importancia de la equidad para el buen desempeño de las políticas educativas. Siguiendo estas claves en la web Infofinland se enfatiza como objetivo del sistema educativo: “… que todo el mundo pueda recibir una educación de calidad independientemente de los ingresos de la familia y se convierta en un ciudadano activo”. Esta reflexión concuerda con lo expresado por la ciudadanía en el “Estudio de opinión sobre el sistema educativo panameño” en el que un 77.3% de las personas encuestadas manifestaban que la prioridad de las políticas educativas debe ser “garantizar que todas las personas reciban la misma calidad en educación” (CIEPS, 2020). Desde estos puntos de partida se señalan algunos lineamientos clave para que la educación del país se erija en un verdadero motor del desarrollo incidiendo en la superación de las brechas que generan obstáculos de movilidad social entre los sectores más rezagados.