En el mes de julio, fue publicado un libro sobre movimientos feministas y movimientos antigénero en América latina, editado por las politólogas Gisela Zaremberg y Conny Roggeband, respectivamente investigadoras y profesoras en FLACSO México y en la Universidad de Amsterdam. El mismo cuenta con un capítulo de mi autoría, en el que analizo la conversación digital en torno al hashtag #ConMisHijosNoTeMetas, en Twitter.
El público lector probablemente recuerda este lema que recorrió América latina, en particular en la segunda mitad de la década de 2010. En efecto, los debates alrededor de las políticas públicas relativas a salud sexual y reproductiva, género y sexualidad movilizaron profundamente la opinión y los debates públicos en el continente. Estos embates se desarrollaron en buena medida en redes sociales, lo cual se explica por un uso muy intensivo del internet y de las propias redes en nuestro continente, mucho más que en otros lugares.
Inicialmente, el hashtag no estaba vinculado con los temas de género y sexualidad, sino que nació en 2009 en una Venezuela preocupada por lo que padres de familia percibían como un adoctrinamiento político en las escuelas públicas. Su uso se intensificó hacia mediados del 2016 – cuando encontramos sus primeras apariciones en Panamá – y en países como Perú y Chile, adquirió tal relevancia que su nombre pasó a representar al movimiento conservador.
Mi estudio es de carácter cuantitativo y cualitativo, sobre 62,742 tweets posteados por 3,949 cuentas con el hashtag mencionado, entre el 1° de enero de 2016 y el 26 de octubre de 2018. Durante más de dos años, identificamos cinco picos de intensidad. El primero corresponde a la batalla contra la educación sexual en Perú que llevó a la renuncia del ministro de educación en diciembre de 2016. El segundo ocurrió unos meses después, también en Perú, pero sobre un tema totalmente distinto, relacionado con la regulación de las relaciones entre el Estado y los medios de comunicación. En octubre de 2017, el tercer pico se registra por primera vez fuera de Perú, en el marco de las protestas en Ecuador contra el Código orgánico de salud y la ley de violencia de género contra las mujeres. El cuarto y el quinto fueron relacionados con los debates sobre la legalización del aborto en Argentina y Chile en 2018.
Estos hitos demuestran una extraordinaria plasticidad del eslogan, capaz de adaptarse a contextos nacionales y políticos muy diversos. Se discutieron temas muy variados, en todos los países de América latina, pero también en Estados Unidos y en España, que podemos resumir de la siguiente manera: discusiones de oposición a ciertas políticas públicas, conversaciones sobre el movimiento conservador, la búsqueda de la “cancelación” de ciertas producciones culturales, como la película Moonlight por ejemplo, y, finalmente, el hashtag también se usó de forma irónica, oponiéndose al movimiento conservador.
A pesar de la variedad de temas, la idea de “ideología de género” está en el corazón de la conversación. No menos del 15% de los tweets contienen esta expresión, que ha sido descrita en investigaciones de Kovats y Poim de 2015 como un “pegamento simbólico” para diversas tradiciones de derecha. La conversación de Twitter en torno a #ConMisHijosNoTeMetas también tenía un fuerte encuadre promotor de los valores familiares tradicionales, que progresivamente cobró un tinte discriminatorio, por ejemplo con la fuerte presencia de la palabra “gay”.
Procedí a un análisis de contenido de los tweets publicados por estas cuentas que nos permitió entender mejor la dinámica de la conversación. Por ejemplo, pudimos identificar una “subconversación” protagonizada por mujeres argentinas católicas movilizadas en contra de la legalización del aborto y de la reforma a la ley de educación sexual, en 2018, que identifica antagonistas (las feminazis y la “mentira verde”). Su discurso se construye en una oposición entre “Nosotras” (con Dios) y “Ellas” (sin Dios). A pesar de que estudios previos coloban a las Iglesias evangélicas como el centro del movimiento #ConMisHijosNoTeMetas, este hallazgo demuestra la importancia del catolicismo en el mismo.
Otro hallazgo del análisis fue una distribución de poder baja, es decir muchos usuarios con pocos seguidores, y muy pocos usuarios con un numero consecuente de seguidores. Las diez cuentas más activas, que publicaron cerca del 10% de los tweets de la muestra – y que no son bots, tienen números modestos de seguidores. La distribución de bajo poder es la señal de un movimiento de abajo hacia arriba, ampliamente distribuido entre usuarios pequeños, y sin liderazgos significativos, al menos en línea. Así, la conversación no fue manejada por actores poderosos, pero fue altamente exitosa por la habilidad del eslogan para ser reinterpretado, en ocasiones de manera oportunista, en contextos nacionales y políticos variados. Pudimos, por lo tanto, hablar de una acción conectiva, más que colectiva. Es decir, si bien se produjeron intercambios que generaron efectos concretos, no son el reflejo de una identidad colectiva previa o de grandes recursos organizacionales, sino el producto de conversaciones espontáneas y ampliamente distribuidas.
Inicialmente publicado en La Estrella de Panamá*

Politóloga especialista en relaciones entre religión y política. Doctoranda en Ciencia Política en la Universidad Libre de Bruselas. Miembro del Sistema Nacional de Investigación y de la Red de Politólogas. Autora de varios capítulos de libros sobre actores religiosos-políticos en Panamá.
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