El Diálogo del Bicentenario ha sido concebido como un escenario que valora altamente la participación ciudadana, y donde uno de los mecanismos clave para ejercerla es el lanzamiento de la plataforma Ágora. Esta herramienta en línea permite que la ciudadanía, organizaciones de la sociedad civil, la academia, instituciones y políticos, hagan propuestas para nutrir el diálogo. Sin embargo, a 8 días de la apertura de esta plataforma, ya es posible observar tendencias que permiten apreciar algunas de sus debilidades –que aún hay tiempo de corregir– y que permiten visibilizar los límites de la democracia participativa.

Ágora permite el estudio de 3 variables demográficas: la provincia de origen de la persona proponente, su sexo y su edad. Si estudiamos en primer lugar la variable geográfica, comparando la proporción de habitantes entre las diferentes provincias del país (según cifras oficiales del INEC para 2018) y entre las primeras 1058 propuestas, existe una enorme sobrerrepresentación de la provincia de Panamá (+46%), alguna sobrerrepresentación de la provincia de Los Santos y una subrepresentación de todas las demás provincias. El caso más preocupante, aunque poco sorprendente, es el de la Comarca Gnöbe Buglé , con -86.9%. Concretamente, esto significa que a pesar de representar más de 5% de la población panameña, sus proponentes en la plataforma Ágora son apenas el 0.66%. Visto a la inversa, la población de la provincia de Panamá es el 38.25% del país, pero representa el 55.86% de las personas proponentes.

En cuanto al sexo de las personas proponentes, se constata una similar desproporción. Efectivamente, más del 74% son hombres; es decir, una proporcionalidad de +48%, lo que da una alta subrepresentación de las mujeres. Para entender este hecho con mayor claridad, veamos que una representación proporcional de la población debería estar cerca del 100% (marcada con una línea naranja en la gráfica a continuación). Los grupos poblacionales sobrerrepresentados en la plataforma se encuentran encima de esta línea, mientras los grupos poblacionales subrepresentados se encuentran por debajo.

Así, tal y como ocurre con la pertenencia geográfica y el sexo, encontramos una desproporcionalidad de los grupos etarios que han participado con mayor dinamismo en la plataforma. Los grupos mayores de 41 años están sobrerrepresentados, en particular el de las personas mayores de 51 años. En cambio, las personas jóvenes –menores de 31 años, y aún más las personas menores de 18– están muy subrepresentadas.

Las observaciones anteriores permiten establecer un perfil de las personas que más suben propuestas a la plataforma Ágora: hombres mayores de 40 años provenientes de la capital de la República. Si bien la plataforma no permite arrojar conclusiones sobre otros ejes de discriminación, como la pertenencia étnica, los ingresos, la eventual discapacidad, la religión o la orientación sexual, los primeros datos que encontramos ya indican una mayor participación de personas que, estadísticamente, están mayormente integradas a la economía nacional y a la toma de decisiones en los sectores políticos, económicos y mediáticos.

Este hallazgo no debe sorprender. Dentro de las brechas que el Diálogo está llamado a cerrar, hay una que Raisa Urribari, comunicóloga e investigadora asociada del CIEPS, ya ha señalado en varias ocasiones: la brecha digital. Efectivamente, aportar propuestas en la plataforma requiere como mínimo de disponer de una conexión a internet y de un dispositivo para poder hacerlo. Sin embargo, los datos de la Autoridad de Servicios Públicos (ASEP) nos informan que solo 14 de cada 100 conexiones son de banda ancha fija. En cuanto a los dispositivos, la situación no es mucho mejor, ya que en la Encuesta CIEPS de ciudadanía y derechos (2019), el 61.77% de las personas declaraban no poseer una computadora o una laptop. Un dato que circula ampliamente entre la población es que en Panamá hay más celulares que personas, y en efecto, existen 5.5 millones de teléfonos celulares, pero solo el 16.6% de ellos son de contrato o pospago. Más aun, solamente el 38% del territorio nacional tiene cobertura celular, lo que restringe drásticamente el acceso efectivo a internet. Además de estas limitaciones materiales, también está el obstáculo de la alfabetización digital, ya que no toda la población está acostumbrada a internet ni se siente cómoda navegándolo.

Aunado a las limitaciones intrínsecas de un mecanismo de participación en línea, la disponibilidad de tiempo requerido para la participación también excluye a ciertos sectores de la población. En 2011, la Encuesta del uso del tiempo del INEC mostraba que las mujeres ocupaban unas 15 horas y 45 minutos más que los hombres en tareas domésticas, dejándoles significativamente menos tiempo para actividades de organización democrática. De forma similar, no sorprende la sobrerrepresentación de personas en edad de jubilación, que tienen más tiempo para este tipo de actividad.

Al inicio de la pandemia, las promesas de la educación digital se enfrentaron a retos que no pudieron ser superados, y de la misma forma, la participación democrática online conoce las mismas dificultades. La plataforma Ágora está concebida como un mecanismo para involucrar a más personas en la política; sin embargo, está reproduciendo las brechas existentes y no logra revertir el acceso desigual a la vida política. Dicho de otra forma, en alguna medida Ágora está amplificando la voz de gente que ya la tiene. La incorporación de una participación amplia de la ciudadanía al Diálogo del Bicentenario por medio de una herramienta digital es una promesa ambiciosa que requiere esfuerzos a la medida en su anhelo para promover y facilitar el uso de la plataforma en los sectores de la población con menos representación entre las personas proponentes, o bien, compensar estos desequilibrios con una metodología alterna. De lo contrario, estaremos dialogando para cerrar un solo lado de la brecha.