Texto: Eugenia Rodríguez Blanco y Patricia Rogers

 

Es ya bien conocida la consigna feminista que dice “porque fueron, somos; porque somos, serán”. Suele usarse para destacar el impacto que tiene en las siguientes generaciones la labor de las pioneras en cualquier ámbito de la vida. Las pioneras son mujeres que se atrevieron a ser las primeras, que abrieron camino, derribaron obstáculos y se convirtieron en referentes para las que venimos después. Esa misma consigna es la que utilizamos en nuestro proyecto de investigación biográfica sobre las Pioneras de la ciencia en Panamá[1]. La usamos convencidas de la importancia de estas mujeres, bastante desconocidas y poco reconocidas en la historia de la ciencia. Son importantes por lo que hicieron para la ciencia, pero también para las mujeres. Fueron ejemplo y referente, dejando un legado que va más allá de lo científico.

Con la intención de conocer y visibilizar la genealogía de mujeres científicas en Panamá: las que fueron, las que son y las que serán, desarrollamos una serie de foros en diferentes provincias del país (Chiriquí, Herrera y Panamá) durante el mes de junio. “Las que fueron” serían las pioneras, a quienes presentamos a través de los resultados de nuestra investigación biográfica. “Las que son” estuvieron representadas por científicas actuales, a quienes invitamos a dialogar en una mesa redonda sobre los aportes de las pioneras y los avances logrados para la participación de las mujeres en las ciencias, así como los retos aún pendientes. “Las que serán” serían las estudiantes universitarias interesadas en realizar una carrera científica, para quienes diseñamos muy especialmente estos espacios. En ellos las estudiantes tendrían la oportunidad de conocer a las mujeres que las precedieron: las pioneras de los campos científicos en los que se inician como estudiantes, sus historias y sus aportes; pero también a las científicas actuales, referentes más cercanos para sus carreras científicas.

“Las que serán” participaron con entusiasmo en los Foros[2]. En Panamá una estudiante alzó su mano para pedir la palabra. Se presentó como estudiante emberá de biología y, muy emocionada, reconoció la importancia que había tenido este evento para ella. No cuestionó por qué entre las veinticuatro pioneras de la ciencia presentadas no había ninguna mujer indígena, consciente de las dificultades adicionales que estas tienen para desarrollar una carrera científica en el país. Sabía bien por qué no estaban, sin embargo dijo con la voz entrecortada, pero con determinación, que ella esperaba finalizar con éxito su carrera y convertirse algún día en un modelo para tantas niñas y jóvenes indígenas para quienes todavía no existen referentes próximos en la ciencia.

 

Esta joven trajo a colación un tema central relativo a las desigualdades en la ciencia y la educación. La pregunta que ha estado presente en nuestro proyecto de investigación desde sus orígenes, ¿por qué no hay en nuestra lista de pioneras una científica indígena?, debe y puede explicarse.

Esta pregunta se responde a través de un análisis interseccional, que es el que permite identificar cómo múltiples desigualdades operan sobre determinados grupos sociales. Desigualdades que no se agotan con las desigualdades de género, que van más allá de ser mujer, que se potencian o se complejizan con otras condiciones sociales como la etnicidad o la clase social. En el caso de la participación de las mujeres en la ciencia en Panamá, si bien comprobamos como hay mujeres que a pesar de haber realizado importantes aportes a sus áreas científicas, han sido y siguen siendo invisibilizadas; también comprobamos cómo hay otras mujeres que simplemente no están y que muy probablemente seguirán sin estar si no se garantizan las condiciones necesarias previas para que participen en la ciencia. Este es el caso de las mujeres indígenas en Panamá.

Para que una joven panameña llegue a ser científica y pueda realizar un trabajo destacado en su área de conocimiento, primero debe ser estudiante en instituciones educativas decentes, de calidad, con recursos suficientes y adecuados, donde además no sea tratada de manera estigmatizada o discriminatoria, y de manera aún más básica y central, necesitará tener aseguradas las condiciones de vida para poder dedicarse a estudiar y formarse; condiciones que no se dan para gran parte de las niñas indígenas del país.

El estudio sobre la participación de las mujeres en la ciencia en Panamá (Rodríguez et. al.,2019) reveló que la brecha de género se encontraba, de manera bastante generalizada, superada en los niveles de educación primaria y secundaria, e incluso en los niveles superiores: las niñas y las jóvenes estudian y se gradúan igual o incluso más que los chicos. El citado estudio evidenció que la brecha de género empieza a observarse una vez alcanzan su grado universitario, cuando podrían iniciar una carrera científica, momento crítico en el que las responsabilidades que asumen las mujeres vinculadas a los roles de género tradicionales y la ausencia de corresponsabilidad y políticas públicas de cuidado y conciliación,  condicionan que las mujeres abandonen sus carreras más que los hombres. Ahora bien, el mismo estudio que recogió indicadores de educación y ciencia en las comarcas indígenas reveló un panorama más crítico para las niñas y jóvenes indígenas, pues para ellas la brecha de género todavía sigue existiendo en los niveles más bajos de educación.

Pero la evidencia más reveladora que mostró este estudio es que para las mujeres de zonas indígenas, sus condiciones de discriminación en el acceso a la educación están aún más relacionadas a su origen étnico-racial que al género. Una evidencia que indica la medición de la brecha de género (entre chicos y chicas) con relación a la brecha étnico-racial (entre indígenas y no indígenas)  en indicadores de educación. Lo vemos, por ejemplo, en indicadores como el nivel de alfabetización, el logro educativo o la deserción (años 2016 y 2017), donde la brecha de género es superada por la brecha etnico-racial: en el nivel de alfabetización, la diferencia entre hombres y mujeres indígenas es de 15 puntos porcentuales, sin embargo, la diferencia en la alfabetización entre mujeres indígenas y mujeres no indígenas es de 23 puntos porcentuales; en el indicador de logro educativo, la diferencia entre hombres y mujeres indígenas es de 1,5 años, sin embargo, entre mujeres indígenas y no indígenas es de aproximadamente 6 años; finalmente, en el caso de la deserción educativa, observamos que no existen diferencias entre hombres y mujeres indígenas, pero entre mujeres indígenas y no indígenas sí hay una diferencia de casi 3 puntos porcentuales.

Según el estudio Los pueblos indígenas de América Latina Abya Yala y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (CEPAL/FILAC, 2020) Panamá muestra las peores brechas a nivel latinoamericano entre población indígena y no indígena en los indicadores de educación. Por ejemplo, en edades entre 20 y 29 años, la brecha entre personas indígenas y no indígenas que terminaron la educación secundaria es de 4,2 puntos, favoreciendo a las personas no indígenas. Así mismo, el acceso a la educación superior para este mismo grupo de edad muestra una brecha relativa de 8 puntos.

Son datos que revelan que, para las niñas y jóvenes indígenas, las desigualdades étnico-raciales son todavía más críticas que las desigualdades de género, y que acumulan condiciones de discriminación en la educación.

Respondiendo a la pregunta planteada en este artículo y motivada por la intervención de la estudiante emberá, , respondemos que tendremos una pionera científica indígena cuando se den las condiciones de equidad en la educación que todavía no se dan para las comunidades indígenas. No habrá una pionera indígena si no se resuelven primero las inequidades en el acceso a una educación de calidad y libre de estigmatización y discriminación, pero también a condiciones de vida que permitan dedicarse a los estudios y a la ciencia. No hay ciencia sin educación y no hay educación sin condiciones. Las niñas y jóvenes indígenas necesitan referentes cercanos en la ciencia, pero aún más,  necesitan tener asegurada una educación digna e inclusiva, una educación en condiciones. Aún nos queda trabajar mucho en esto.

 


Bibliografía

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)/ Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC). (2020). “Los pueblos indígenas de América Latina – Abya Yala y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: tensiones y desafíos desde una perspectiva territorial”, Documentos de Proyectos (LC/TS.2020/47), Santiago, 2020.

Paz, A. (2011). El Proyecto Des-Colonial en Enrique Dussel y Walter Mignolo: Hacia una epistemología otra de las ciencias sociales en América Latina. Epistemología y Descolonización, 5 (10), 57-81.

Pinedo, X. (9 de agosto de 2021). Cambiar el paradigma: el conocimiento indígena en la investigación científica. Ojo Público. Recuperado el 2 de mayo de 2022 en: Cambiar el paradigma: el conocimiento indígena en la investigación científica | Ojo Público (ojo-publico.com).

Rodríguez, E.; De León, N.; Marco, Y.; Camara, S. (2019). Diagnóstico de género sobre la participación de las mujeres en la ciencia en Panamá. SENACYT. Panamá.

 

Notas:

[1] Creemos pertinente aclarar que somos conscientes de que nuestra definición de ciencia contiene un sesgo etnocéntrico que valora formas de creación de conocimiento dentro de la cultura hegemónica o dominante. (Paz, 2011; Pinedo, 2021). Sin embargo, lo anterior no impide que observemos y analicemos críticamente la escasa participación de poblaciones históricamente excluidas de esta actividad y cuyos aportes son de gran valor para la creación de conocimiento, al incorporar perspectivas diversas que enriquecen este proceso.

[2] Ríos, N. (30 de junio de 2022). Las que ‘seremos’ estuvimos presentes en el Foro Pioneras de la Ciencia. Revista Ellas. Recuperado el 14 de julio de 2022 en: https://www.ellas.pa/mundo-ellas/las-que-seremos-estuvimos-presentes-en-el-foro-pioneras-de-la-ciencia/.