Antes de la crisis sanitaria desatada por la pandemia de COVID-19 ya existía preocupación por el descenso en el apoyo a la democracia y la satisfacción con ella en América Latina. De acuerdo con el Barómetro de las Américas, en 2018 solo un 58 % de las personas encuestadas apoyaba la democracia, y solamente un 39 % manifestaba estar satisfecho con su funcionamiento, mientras que en Panamá estas cifras eran aun más bajas, con 54 % y 26 %, respectivamente. Con los nuevos datos de la encuesta de LAPOP para 2021 en América Latina hay mejor información sobre el estado de actual de estas y otras consideraciones políticas luego de la pandemia, aunque no dejan de surgir dudas en cuanto a las implicaciones que el cambio metodológico de la encuesta pueda tener en los resultados.

El nuevo Barómetro de las Américas se diferencia de las olas anteriores del proyecto en que las encuestas no fueron realizadas en persona, sino vía telefónica. Esto implica al menos dos cosas: en primer lugar, que la muestra utilizada tenga problemas para cumplir con el principio de aleatoriedad, algo que sí pueden lograr las encuestas diseñadas para ser respondidas en persona. En segunda instancia, que con esta decisión se decide ignorar que existen distintas condiciones de acceso a la telefonía en América Latina, lo que sin duda incorpora un sesgo. En todo caso, resulta válido cuestionar si a la línea de tiempo que venía manejando LAPOP se puede incorporar una encuesta realizada con otra metodología.

Percepciones frente a la democracia y grietas abiertas
Los efectos de la crisis sanitaria representaron un desafío a los regímenes democráticos de toda la región. Por un lado, las cuarentenas y medidas de emergencia significaron una reducción temporal de las libertades civiles, y con ello una puerta entreabierta para el autoritarismo. Por otra parte, la crisis generó una incertidumbre social y económica que se sumó a las ya de por sí amplias deudas en términos de bienestar de los regímenes democráticos. Sin embargo, y en cuanto a los resultados del 2021, la democracia sigue siendo mayoritariamente apoyada en la región con el mismo porcentaje que en Panamá (61 %), lo que representa un ascenso de 3 puntos porcentuales para América Latina y de 7 puntos porcentuales para el país. En lo que respecta a satisfacción con la democracia como régimen de gobierno, el porcentaje regional fue de 43 %, 4 puntos porcentuales más que en 2018, mientras que en Panamá subió 12 puntos hasta llegar a un 38 %. Entonces, de acuerdo con la encuesta, suben los afectos para con la democracia, tanto en apoyo como en satisfacción.

No obstante, si se profundiza en los resultados, nos encontramos con las grietas que sí están abiertas y que se siguen ampliando en términos de legitimidad democrática, tanto en América Latina como en Panamá. Los resultados muestran el crecimiento de un rechazo general a las elecciones y a la idea de representación política, lo que paradójicamente es el núcleo de la democracia que se dice apoyar, mientras que en lugar de ello los encuestados favorecen cada vez más un Ejecutivo fuerte que sea capaz de resolver problemas como la inseguridad alimentaria o la corrupción. Esto se puede ver inicialmente en el 30 % regional de tolerancia a golpes del ejecutivo sobre el legislativo en caso de crisis, un crecimiento del 6 % con relación a la ola anterior, mientras que en el caso panameño el resultado fue de 32 %, un aumento de siete puntos porcentuales sobre la anterior encuesta. Un aspecto a resaltar es que en Panamá también hay un ascenso en la cantidad de personas encuestadas que dicen justificar un golpe militar en caso de mucha corrupción. En 2018, un 34 % de las personas lo justificaba, y la cifra se elevó a 42 % en esta última ola de encuestas. En general, si bien las cifras de apoyo y satisfacción frente a la democracia dejan de descender, sí siguen creciendo las posturas más tolerantes con los golpes del Ejecutivo o los militares bajo determinadas circunstancias.

Seguridad económica y alimentaria sobre elecciones
Pero este fenómeno también es visible en el 62 % de encuestados panameños que prefieren un ingreso básico garantizado incluso si no existieran elecciones, una de las cifras más elevadas entre todos los países de la región, que oscila entre el 65 % de Ecuador y el 38 % de Uruguay. Esto no debería ser sorpresa cuando se advierten dos cosas: que por efecto de la crisis sanitaria la economía de muchas personas se ha visto golpeada al punto en que la seguridad alimentaria se ha hecho una prioridad, y que las elecciones están cada vez menos legitimadas como forma de expresión democrática.

En cuanto a lo primero, en el informe de LAPOP se puede ver que el 61 % de los latinoamericanos piensan que su situación económica ha empeorado, una cifra que en Panamá es del 65 %, un aumento de 8 puntos porcentuales en relación con la última encuesta en el país. Asimismo, uno de cada tres encuestados ha experimentado inseguridad alimentaria en el último año, en tanto que en Panamá hubo un ascenso del 8 % al 27 % en este sentido. Los efectos sociales y económicos de la pandemia no han incidido aún en las percepciones sobre la democracia, pero están presentes y van a evolucionar de acuerdo con la forma en que se les atienda en términos políticos.

En lo que respecta a lo segundo, a las elecciones, un 42 % de los latinoamericanos confían en ellas (en Panamá es un 45 %), pero esa cifra se ve influenciada de manera importante por la edad de las personas que responden. La legitimidad es más alta entre personas de mayor edad y se ve disminuida en la región y en Panamá entre las personas más jóvenes[1]. Pero en un dato mucho más revelador, un 88 % de las personas encuestadas en Panamá creen que los ricos compran las elecciones siempre o algunas veces. No sorprende entonces que las elecciones sean vistas como algo accesorio dentro de la democracia, y que se vea disminuido su interés frente a la democracia directa, que 8 de cada 10 panameños manifiestan preferir.

Balance general
Debido a consideraciones metodológicas es difícil considerar que esta ola de encuestas del Barómetro de las Américas pueda ser puesta en la misma línea de tiempo que las anteriores, pero se puede utilizar como un termómetro de lo que sucede con la democracia en la región luego de la crisis sanitaria que trajo la pandemia. Los resultados no expresan las caídas en términos de apoyo y satisfacción con la democracia que se podían esperar, pero sí revelan una serie de grietas que están alimentando posturas cada vez menos favorables para con las elecciones y la representación democrática. Entre estas grietas sobresale la percepción de una gobernanza fallida que se asienta sobre la vulnerabilidad económica de América Latina y Panamá, y cómo ésta ha sido aún más golpeada con las cuarentenas y los efectos económicos de la crisis. Que una de cada tres personas sufra de inseguridad alimentaria en el último año es una alarma importante para los sistemas políticos de la región. No cabe duda que esto ha alimentado el apoyo a la idea de ejecutivos fuertes y que puedan romper el equilibrio institucional, lo que es una sombra sobre los desarrollos democráticos hasta ahora alcanzados. Si se quiere mantener la legitimidad democrática, es urgente dar el siguiente paso y atender los aspectos sociales y económicos de la ciudadanía que siguen pendientes, y sin los cuales es imposible pensar en democracias saludables.

 

___

[1] Esto es un problema que ya el CIEPS ha advertido en su segunda Encuesta sobre Ciudadanía y Derechos, pues en los resultados de 2021 solamente el 38 % de las personas de entre 18 y 29 años escogieron la democracia como mejor forma de gobierno.  Por el contrario, las personas de más de 50 años que defienden la democracia como mejor forma de gobierno son un 54%.