Esta semana han salido a la luz los resultados de Transparencia Internacional y el índice de Percepción de la Corrupción (IPC) para 180 países, incluido Panamá. Para los países y sus gobiernos se puede asemejar al momento en que el estudiante debe recibir su boletín de calificaciones, ese instante de ansiedad y preocupación que va a llevar luego a felicitaciones o disculpas de acuerdo con los resultados. Panamá aparece en el puesto 105 de 180 países, con un puntaje de 36, solo un punto positivo más que el año anterior. Pero, ¿qué se puede comprender con los resultados del IPC más allá de un número y un ranking mundial? ¿Qué es lo que realmente nos dice y cuánto importa en términos prácticos?

La percepción de la corrupción es algo diferente a la magnitud de la corrupción

Esto puede resultar obvio, pero es fundamental tenerlo claro para entender el IPC y qué sucede con Panamá en él. Debido al carácter oculto de la corrupción es muy difícil establecer mediciones de la magnitud del fenómeno y dependemos de estimaciones que se basan en modelos. La inevitable falta de certeza en estas aproximaciones frente a la magnitud ha llevado a que se desarrolle otra línea de análisis del fenómeno, que se basa en cómo se percibe ésta, y es ahí donde se desarrolla principalmente el trabajo de Transparencia Internacional y el IPC.

Luego cuando vemos el IPC de un país no estamos hablando de la cantidad de corrupción que existe en él, sino de las expectativas de expertos o ciudadanos sobre la cantidad de corrupción existente. Luego veremos cómo esta aproximación es importante para el análisis, pero hay que reconocer que viene con distintos sesgos. En primer lugar, las mediciones de percepción pueden llevar a los expertos y ciudadanos a repetir lo que ellos ya han escuchado que se percibe de un país o lugar, convirtiendo la evaluación en una confirmación casi automática que no atiende a variaciones entre períodos. En segundo lugar, los cambios en las percepciones no se dan tan rápido como los cambios en la magnitud del fenómeno. De existir cambios en la magnitud del fenómeno, nadie garantiza que el cambio en la percepción suceda tan rápido, pues funciona como el dicho de “crea fama y acuéstate a dormir”, donde, sin importar las nuevas acciones, ya hay un precedente negativo o positivo.

La percepción de la corrupción puede no ser igual que la magnitud de la corrupción, pero importa

Sin embargo, la percepción y la magnitud de la corrupción no son aspectos del todo separados. Cuando en la vida social repetimos interacciones, comenzamos a desarrollar estrategias y hábitos que responden a lo que esperamos que otros a su vez hagan. Por ello, cuando hay una elevada percepción de la corrupción tenemos un indicio de que los ciudadanos, en efecto, esperan que los demás se comporten de manera corrupta. Cuando en un grupo, comunidad o sociedad se generaliza la percepción de que los demás se comportarán de esta forma, entonces cambia el entendimiento que tienen las personas respecto a la conveniencia o no de actuar de forma corrupta. El temor a ser descubierto es menor y el ánimo por conectarse con otros en el acto de corrupción es mayor, ya que se percibe que casi todos lo hacen y que al final no suele haber mayor castigo por ello.

En suma, una elevada percepción de la corrupción puede facilitar la aparición de corrupción y de prácticas regularizadas y estables del fenómeno. Por todo esto resulta muy preocupante que la percepción de la corrupción en Panamá parezca estar estancada, pues va a erosionar aún más la confianza interpersonal e institucional, haciendo todavía más difícil tener una solución o estrategia que rompa con el ciclo negativo.

En el caso panameño parecen haber razones para sustentar que se mantenga la percepción de corrupción

Hay tres razones para afirmar que la alta percepción de la corrupción en Panamá tiene sustento. Primero, los indicios oficiales y las noticias relevantes sobre el fenómeno. Según la Fiscalía Anticorrupción del Ministerio Público se investigaron 1634 casos, un incremento de 248 causas respecto a 2020, a la vez que hubo posibles lesiones al Estado por un monto de más de 10 millones de dólares.[1] Además Panamá ha vuelto ser el centro de un escándalo como los Pandora Papers, similar al de Panama Papers, que hace años trajo sombra sobre el rol que algunas firmas legales del país juegan en el lavado de activos a nivel internacional.

Finalmente, durante la pandemia se hicieron notorios diversos casos de aparente corrupción que sin duda contribuyen a mantener la percepción negativa de los expertos.

En segunda instancia, la segunda Encuesta de Ciudadanía y Derechos del CIEPS (2021), de la que se podrán conocer los resultados pronto, pone la corrupción como el primer problema del país con un 23,1 % de las respuestas, cinco puntos más que el desempleo (18,1 %), considerado el segundo problema. A su vez, se halló que un 53,7 % de la ciudadanía cree que la corrupción ha aumentado en el último año, confirmando la percepción que suele mantenerse entre los expertos.

En tercer y último lugar, podemos observar los resultados del país en el tiempo y encontrar algo que llama la atención: la poca variación entre los resultados de un año a otro.

[1] La Prensa, 8 de enero de 2022. https://www.prensa.com/impresa/panorama/millonaria-lesion-al-estado-por-los-casos-de-corrupcion/