A pocos días de las elecciones, una compilación de resultados entre las diferentes encuestas registradas en el Tribunal Electoral puede revelar una serie de elementos comunes. José Raúl Mulino logra aproximadamente entre el 25% y el 30% del voto, y a continuación, tres candidatos obtienen en torno al 15% y el 10%: Martin Torrijos, Rómulo Roux y Ricardo Lombana. Con este patrón es complicado que el candidato Mulino no gane, porque se trata de una diferencia de 10 puntos entre el primero y el segundo lugar, pero sobre todo porque tres candidaturas que aglutinan más del 10% están empatadas en el segundo puesto. En unas elecciones con una gran fragmentación del voto, distribuido en 8 candidaturas, es muy posible una victoria con menos del 30%. 

Existen factores impredecibles que pueden influir en los resultados finales, pero también hay una serie de variables que son medibles y pueden generar cambios en estos pronósticos, entre las cuales destacaremos cuatro: la participación, el voto indeciso, el voto joven y la territorialidad. En caso de que José Raúl Mulino fuese inhabilitado por la demanda de inconstitucionalidad, no sólo podría transformarse el mapa electoral, sino que también podría tener como consecuencia que estos cuatro factores tuviesen aún más incidencia en los resultados. 

La participación en las elecciones suele ser un factor que influye en muchos países, pero Panamá, a diferencia del resto, cuenta con una consistente participación. Desde la transición a la democracia, la participación electoral siempre ha superado el 70% y es complicado que se rompa esta tendencia, pero además es importante considerar el desgaste de la política partidaria expresada en el hartazgo de la ciudadanía. Según la III Encuesta CIEPS de Ciudadanía y Derechos, ocho de cada diez personas perciben de forma negativa o muy negativa a los partidos políticos, por lo que no se debe descartar que en algún momento este hartazgo pueda influir en la concurrencia a las urnas. 

En cuanto a los votantes indecisos, a principios de la campaña electoral los medios de comunicación alertaban sobre el alto nivel de indecisión, pero este efecto se ha ido atenuando. Aun así, cabe destacar que, en una encuesta realizada en abril para La Prensa, un 27.1% de las personas no inscritas en partidos políticos expresaban serias dudas sobre su voto. En términos poblacionales, el 27.1% de las personas no inscritas superan las 350 mil en el padrón electoral. Es posible que este voto no se agrupe, sino que se disperse, pero si se concentrase en una de las candidaturas, podría introducir importantes cambios en los resultados finales. 

Otra variable importante es el voto joven. De las 3,004,083 personas habilitadas para votar en 2024, un 29% está entre los 18 y 30 años lo que equivale a 871,184 votos. Los jóvenes tienen una tendencia a una menor participación en las elecciones, pero si algún candidato es capaz de concitar el interés en la mayoría de ellos, tendría opciones para ganar. 

Pero hay otro factor menos analizado y que es importante enfatizar: la territorialidad. Panamá se caracteriza por una distribución muy irregular de la población, pues según el último censo, el 65.8% de la población reside en zonas urbanas, pero menos de un 5% de los corregimientos son caracterizados como urbanos. En contraste, hay más de un millón trescientas mil personas que residen en zonas rurales y que agrupan la mayoría de los corregimientos, pero con una gran dispersión geográfica.    

Las encuestas preelectorales tienen dificultades para capturar información en áreas rurales e indígenas porque suelen tener un pequeño tamaño muestral, en torno a 1,200 entrevistas, de las cuales a estas zonas les corresponden pocas entrevistas proporcionalmente, además de que el trabajo de campo de estas encuestas es realizado en pocos días. En la Encuesta CIEPS de Ciudadanía y Derechos se diseñan dos submuestras para conseguir información descriptiva de todas las provincias y comarcas, y toma alrededor de un mes conseguir toda la muestra, básicamente debido a la dificultad de recoger la información en territorios rurales e indígenas. 

En las fichas de algunas encuestadoras nos encontramos con que no entrevistan ni en comarcas indígenas ni en el Darién, posiblemente por las dificultades de acceso a estas zonas y por su gran dispersión poblacional. En el caso de una de las firmas registradas en el Tribunal Electoral, no entrevistan ni en Darién ni en comarcas indígenas, e incluso tampoco en Bocas del Toro, que corresponden a los circuitos electorales 1-1, 5-1, 5-2, 10-1, 10-2, 12-1, 12-2 y 12-3, es decir, más del 11% del padrón electoral, que equivale a unas 335,251 personas. En estas encuestas, el candidato Mulino obtenía unos magníficos resultados, superando la barrera del 30% (37% en una encuesta realizada en marzo y 34% en abril), posiblemente porque la fortaleza de este candidato es menor en estas provincias anteriormente señaladas.  

En las anteriores elecciones, el candidato ganador perdió en la provincia de Panamá, lo que marca un hito histórico. En 2019 Cortizo ganó con poco más del 30% pero en estas elecciones es posible que el ganador no llegue al 30%. En un contexto de gran fragmentación del voto, las zonas rurales e indígenas pueden jugar un papel importante en los resultados finales.