Por Eugenia Rodríguez y Jon Subinas
En Panamá hemos incorporado el concepto “nini” a nuestro lenguaje cotidiano. Lo escuchamos incluso recientemente en un debate televisado entre candidatos presidenciales. Lo usamos de manera crítica o peyorativa para referirnos a aquellas personas caracterizadas por “no hacer nada”, aunque los estudios que en los noventa acuñaron este concepto sociológico, refieren a jóvenes que “ni estudian ni trabajan” (Negrete y Parra, 2013). Fenómenos como el desempleo juvenil y la deserción escolar determinarían la combinación de los/as jóvenes “nini”.
En Panamá, un estudio diagnóstico realizado por el MITRADEL y la OIT en el año 2019, titulado “Los NiNis en Panamá. Un aporte a la comprensión de la situación de las personas jóvenes que ni estudian ni trabajan”, reconoce un colectivo social sobrerrepresentado en esta categoría: las mujeres o “las ninis”, quienes representan 7 de cada 10.
Entre esas mujeres jóvenes destaca un perfil, el de las madres adolescentes (De Hoyos et al., 2016). Las reducidas o nulas posibilidades que estas tienen para conciliar cuidados con estudios o trabajo, por la falta de un sistema de cuidados que facilite que no abandone la escuela o que pueda realizar un trabajo remunerado, así como la falta de responsabilidades de cuidados que asumen los hombres que las embarazaron, las ubica en las primeras posiciones de lo que estas mediciones y estudios llaman “ninis”.
Una de las principales críticas a dicho concepto es que desconsidera completamente el trabajo no remunerado del hogar: los quehaceres domésticos y las tareas de cuidados, que realizan mayoritariamente las mujeres. La falta de reconocimiento y visibilidad de estos trabajos, y el tiempo que dedican las mujeres al mismo, es esencial a este concepto (Dávila-Rivas, 2016; Chaves y Fernández, 2016). Según datos de la Encuesta del Uso del Tiempo (EUT, 2011), las mujeres jóvenes desocupadas dedican más de 6 horas al día a tareas domésticas y de cuidados en sus hogares, casi una jornada laboral completa, ¿cómo podemos decir que éstas “no trabajan” o son “ninis”?
¿Qué valor le da este concepto y sus mediciones al trabajo que sostiene las vidas en nuestros hogares? Reconocer, visibilizar y medir el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado implica revelar quiénes lo hacen, así como quiénes no lo hacen. Incluir este trabajo en las mediciones permitirá identificar a quiénes declaran dedicar “0 horas” a ese trabajo del hogar. Entre esas personas se encuentran sobrerrepresentados los hombres, a quienes se les ha denominado “hombres cero” en estudios y literatura reciente sobre el tema1.
La EUT (2011) pregunta por el tiempo dedicado a una serie de actividades la semana previa a la encuesta: el 29% de los encuestados declaran no dedicar tiempo a las actividades culinarias (frente a solo un 6% en el caso de las mujeres) y un 14% de los hombres manifiestan no emplear ni un minuto al aseo del hogar (frente a un 4% de las mujeres). Del total de las personas que no dedican tiempo a ninguna de estas actividades 8 de cada 10 son hombres.
Los “hombres cero” aumentan cuando se unen o casan. Entre los casados o unidos un 32% no dedica tiempo a las actividades culinarias y un 18% no realiza ninguna actividad de aseo del hogar, ampliándose la brecha de actividad entre hombres y mujeres. Entre las personas casadas o unidas que dedican cero horas a las tareas del hogar 9 de cada 10 son hombres.
Es común explicar la baja, e incluso nula, dedicación de los hombres a este trabajo en sus casas por estar ocupados fuera del hogar en trabajos remunerados, sin embargo, los datos recogidos sobre el “hombre cero” nos revelan otras dinámicas. Hay un grupo de hombres que, si bien declaran dedicar cero horas a los quehaceres domésticos, manifiestan además estar desocupados. Dentro de los “hombres cero” un 15% están desocupados. Son hombres que no trabajan ni fuera ni dentro del hogar.
La creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral no ha descargado de las tareas domésticas y de cuidado, que siguen asumiendo en mayor medida que los hombres (más del doble), incluso cuando ellas sí trabajan fuera de casa y ellos no (Encuesta de Ciudadanía y Derechos, CIEPS 2021).
Si consideramos trabajo al trabajo doméstico no remunerado, pocas mujeres podrían ser categorizadas como “ninis”, e identificaríamos otro perfil de “nini”: las personas que no trabajan ni dentro ni fuera de la casa, quienes son el triple de hombres que de mujeres.
Referencias:
Chaves, R. y Fernández, A. L. (2016). Crítica feminista al concepto “nini”. Rev. Rupturas, 6(2), Costa Rica.
Dávila Rivas, T. (2016) ¿ni estudian ni trabajan? Desestabilizando la categoría NiNi desde la economía feminista de los cuidados. CLACSO.
De Hoyos, R. y Halsey-Székely, M. (2016). NiNis en América Latina 20 millones de jóvenes en busca de oportunidades. Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento/Banco Mundial.
Gutiérrez, R. A.; Martínez, K. I.; Pacheco, A. Y. (2014). Los jóvenes que no estudian ni trabajan en México. Enseñanza e Investigación en Psicología, 19.
Negrete, R. y Parra, G. (2013). Los NiNis en México: una aproximación crítica a su medición. En Edición, 4(5). https://rde.inegi.org.mx/index.php/2013/01/05/los-ninis-en-mexico-una-aproximacion-critica-a-su-medicion/
Dedicado a producir conocimiento para la formulación de políticas públicas y la toma de decisiones en los sectores público y privado en Panamá.
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