Del 2 al 3 de marzo de 2023 se realizó en Panamá la conferencia mundial “Nuestro Océano, Nuestra Conexión”. Ha sido revolucionaria la trayectoria que ha tenido la conceptualización de los océanos en el imaginario de las sociedades humanas, desde las exploraciones pioneras de Jacques Cousteau en los años cincuenta y sesenta hasta la adopción de una variedad de regulaciones a nivel internacional, en busca de conciliar las complejidades propias de los ecosistemas marino-costeros y un histórico concepto de soberanía –aún prevalente– que precede por siglos a la globalización del finales del siglo XX.[1]

En este recorrido de más de sesenta años, queda claro que esta supuesta frontera se ha ido llenando, y que se han multiplicado los impactos generados por las sociedades humanas desde y hacia cualquier punto de su periferia. El “descubrimiento” de los océanos ha coincidido con cambios tecnológicos previamente inimaginables que han ido imprimiendo su huella ecológica sobre lugares anteriormente recónditos, como las profundidades de los océanos y los círculos polares. A estas acuciantes preocupaciones responde la reunión global de líderes políticos, sociales y empresariales que en días pasados se congregó en Panamá, un país históricamente ligado al mar, pero que dio su espalda a la mayor parte de su superficie territorial durante el siglo XX.[2]

La historia pareciera cambiar con la decisión del Gobierno de Panamá de declarar más del 50% de su zona económica exclusiva como áreas marinas protegidas, respondiendo al llamado global de brindar protección legal al 30% de las superficies terrestres y al 30% de las superficies marinas de todos los países a más tardar en 2030 (“30 X 30”). [3]  Esta ambiciosa meta, que ha sido emulada por muy pocos países, se logró al expandir dos áreas marinas protegidas previamente existentes, que fueron creadas en 2015: la Cordillera de Coiba en el Pacífico, en junio de 2021, y Banco Volcán el pasado 2 de marzo de 2023.[4]

Con los avances tecnológicos, la creación de productos sintéticos de distintas variedades y la creciente integración de las sociedades humanas por medio del comercio internacional, la idea de que existan lugares aislados libres de la influencia humana ha llegado a desaparecer. Quizás por ese motivo los países enfrenten la urgencia de un nuevo reto, que también alcanzó un hito histórico esa misma semana al lograrse un consenso sobre el nuevo Tratado de Alta Mar, que propone regular las actividades desarrolladas fuera de las aguas jurisdiccionales de los países para proteger el 30% de su superficie marina total (que hasta entonces sólo era el 1.2%).[5]

A diferencia de las zonas económicas exclusivas, en las que los países pueden tomar decisiones soberanas con base en sus procesos domésticos, el nuevo Tratado de Alta Mar demanda la creación de un régimen internacional hasta ahora inédito en la historia de la humanidad, que sea viable para gobernar la mitad de la superficie del planeta. En 1982, Stephen Krasner se refirió a los regímenes internacionales como principios, normas, reglas y procedimientos para la toma de decisiones en torno a los cuales convergen las expectativas de los actores sobre un tema específico.[6]  Estos regímenes se han desarrollado para áreas tan diversas como la paz y seguridad, el comercio global o el sistema financiero internacional.

Irónicamente, en la dimensión ambiental se presentan algunos de los mayores desafíos para la consolidación de un régimen para la gobernanza de los océanos, como el aprovechamiento de la diversidad genética, la migración de especies marinas y la mitigación del cambio climático. En las negociaciones sobre los océanos, ha quedado en evidencia la importancia que tiene la variabilidad genética para la identificación de compuestos de importancia médica; por ejemplo, en especies de corales.[7]  Igualmente, los océanos absorben una cantidad creciente de dióxido de carbono, mitigando el cambio climático, pero a la vez conduciendo a su acidificación. Finalmente, en los océanos no existen barreras físicas para la movilidad de especies importantes como ballenas, delfines y tiburones, lo cual obliga a coordinar su protección entre diversos estados nacionales.

Una de las mayores controversias se relaciona con los procesos de evaluación de impacto ambiental para el aprovechamiento de los minerales contenidos en depósitos localizados en las profundidades submarinas. Según una publicación de UICN, en mayo de 2022, la Autoridad Internacional del Lecho Marino (o ISA, por sus siglas en inglés) había otorgado 31 contratos para explorar depósitos minerales; y en junio de 2021 el Gobierno de Nauru notificó a ISA sobre su intención de iniciar la primera extracción de minerales. [8]  Considerando la importancia de los minerales para la fabricación de teléfonos inteligentes, turbinas de viento, paneles solares y baterías, se ha hecho urgente el establecimiento de regulaciones que intenten prevenir daños irreparables a los ecosistemas marinos como consecuencia de estas actividades extractivas.

A pesar de la importancia crucial de continuar con el proceso de creación de un régimen para la gobernanza de Alta Mar, no se puede perder de vista que la mayor parte de los impactos ambientales proceden de las áreas costeras donde se concentran las poblaciones humanas. En las últimas décadas ha crecido la modificación de los bordes costeros para acomodar la expansión urbana, el turismo de alto impacto y, sobre todo, la construcción de masivas infraestructuras como carreteras, canales y puertos.  En la República Dominicana, organizaciones ambientalistas han advertido sobre los impactos destructivos que puede tener la construcción de una nueva terminal de cruceros sobre los arrecifes de Cabo Rojo asociados al Sitio Ramsar Humedales de Jaragua.[9]

En Panamá, el propio país sede de Our Ocean 2023, una propuesta ha generado un acalorado debate sobre los efectos que pudiera tener un nuevo puerto en la región occidental del país. El denominado Puerto Barú aumentaría la capacidad de trasiego de mercancías, insumos y pasajeros hacia y desde las provincias panameñas de Chiriquí y Bocas del Toro.[10]  Desafortunadamente, el acceso marino hacia esta nueva terminal se daría a través del área protegida Manglares de David, lo que exigiría el continuo dragado del canal de navegación y la alteración de uno de los humedales de mayor extensión en el Sur de América Central. Hasta el momento han sido pocos los estudios sobre la biodiversidad de este complejo de humedales, así como de las interconexiones que tienen estos ecosistemas con las cuencas hidrográficas y áreas marinas circundantes, en especial con el Corredor Marino de Conservación del Pacífico Este Tropical (CMAR), una iniciativa regional de conservación y uso sostenible impulsada por los gobiernos de Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica.[11]

Uno de los pocos estudios disponibles causa bastante preocupación al identificar la posibilidad de conflicto entre las rutas migratorias de cetáceos como delfines y ballenas, y las trayectorias que tendrían que seguir las embarcaciones que entrarían y saldrían del nuevo puerto.[12] Además de las repercusiones sobre la biodiversidad, las decisiones sobre el uso del espacio marino-costero tienen mayor potencial de conflicto cuando también afectan a comunidades humanas, y en especial a aquellas con mayor vulnerabilidad social y ambiental. En el Foro Público de Puerto Barú, realizado el 9 de marzo como requisito ineludible del proceso de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA), afloraron las tensiones propias de una inversión millonaria en un área en la que viven personas en situación de pobreza y cuyos medios de vida dependen de la utilización de los recursos naturales: “Los moradores del Corregimiento de Chiriquí dicen sí al Puerto Barú”; “Sí al Puerto Barú, más empleos para la comunidad”; “Por mis nietos y los tuyos, por tus hijos y los míos, Puerto Barú No”; “Que un puerto con dueño no nos quite lo nuestro”.

Ante estas profundas divisiones, las decisiones deben superar un estricto enfoque técnico y quizás adoptar una perspectiva de justicia marina, tal y como lo sugiere Martin et al. (2019): un concepto que tiende puentes y una oportunidad para que los académicos, activistas y tomadores de decisiones puedan combinar diferentes métodos de producción y comunicación del conocimiento para promover y profundizar la justicia en una era de crisis ambiental global, aumento del nivel del mar, sobrepesca, acidificación de los océanos y otros asuntos costeros y marinos (traducción propia).[13]

Queda claro que las decisiones que se tomen sobre los espacios costeros tendrán efectos importantes sobre las áreas marinas circundantes y, eventualmente, sobre las aguas no jurisdiccionales que se están tratando de proteger con el nuevo Tratado de Alta Mar. En lo que las ballenas jorobadas del Hemisferio Norte emprenden su largo viaje hacia la costa oeste de los Estados Unidos, permanece la pregunta de si encontrarán las mismas aguas limpias y saludables en nuestro océano el próximo año, o si nuestras preferencias como sociedad se inclinarán hacia maximizar el transporte y el comercio marítimo internacional incluso fuera del área del Canal.

 

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Referencias

[1] https://historia.nationalgeographic.com.es/a/jacques-cousteau-gran-defensor-mares-y-oceanos_14353

[2] https://www.senacyt.gob.pa/cafe-cientifico-de-la-senacyt-y-cihac-aip-analiza-el-estrecho-lazo-entre-la-historia-de-panama-y-el-mar/

[3] https://www.presidencia.gob.pa/Noticias/Presidente-Cortizo-Cohen-reafirma-compromiso-de-Panama-en-la-proteccion-del-oceano-y-el-medio-ambiente

[4] https://chm.cbd.int/api/v2013/documents/05B386D2-5BCD-A52D-6097-F853803CC619/attachments/205180/Decreto%20Ejecutivo%20No.%202%20de%202015%20que%20Crea%20el%20%C3%81rea%20Protegida%20Banco%20Volcan.pdf

https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2021-06-08/panama-crea-una-reserva-marina-casi-tan-grande-como-su-superficie-terreste.html

[5] https://www.bbc.com/news/science-environment-64815782

https://aida-americas.org/es/prensa/es-tiempo-de-que-los-gobiernos-decidan-un-nuevo-tratado-mundial-para-el-oceano

https://www.theguardian.com/environment/2023/mar/05/high-seas-treaty-agreement-to-protect-international-waters-finally-reached-at-un

[6]  Krasner, S. D. (1982). Structural causes and regime consequences: regimes as intervening variables. International organization36(2), 185-205.

[7] https://aida-americas.org/es/blog/sabias-que-los-arrecifes-producen-medicinas

[8] https://www.iucn.org/resources/issues-brief/deep-sea-mining

[9] https://www.diariolibre.com/planeta/medioambiente/2022/09/27/muelle-cruceros-podria-ser-amenaza-para-arrecife-cabo-rojo/2091354

[10] https://www.panamaamerica.com.pa/provincias/proyecto-de-puerto-baru-en-david-recibira-yates-y-cruceros-que-arriban-al-golfo-de

[11] https://www.cmarpacifico.org/quienes-somos/que-es-el-cmar

[12] Rasmussen, Kristin y Betzy Pérez-Ortega.  2022.  Ocurrencia de Mamíferos Marinos en el Golfo de Chiriquí, Panamá.  Monitoreo a Largo Plazo, 2002-2019.

[13] Martin, J. A., Gray, S., Aceves-Bueno, E., Alagona, P., Elwell, T. L., Garcia, A., … & Twohey, B. (2019). What is marine justice?. Journal of Environmental Studies and Sciences9, 234-243.