Las movilizaciones y protestas en contra de la reforma tributaria en Colombia han tenido como resultado la muerte de dos policías, el asesinato de decenas de manifestantes por parte de las fuerzas estatales y la desaparición de un centenar de personas. El presidente Duque ha retirado el proyecto de reforma, pero las protestas continúan. ¿Cómo se ha llegado a este punto de deterioro? En la primera de dos entradas sobre el tema abordaremos cómo el uribismo y su pérdida de apoyo político en los últimos años es el telón de fondo del conflicto, y reconstruiremos las movilizaciones y protestas contra el gobierno de Duque, en busca del hilo conductor de las mismas. En una entrada posterior describiremos lo sucedido en las movilizaciones y hablaremos de las implicaciones políticas, no solo para el país, sino para toda la Región.

El uribismo y el descenso de su apoyo político

La figura de Álvaro Uribe Vélez ha sido central en la política reciente de Colombia desde que ganara la presidencia en 2002. Su bandera original era un exitoso discurso de lucha contra las guerrillas, pero que dejó de tener el mismo impacto y favorabilidad una vez alcanzados los acuerdos de paz con las FARC durante los gobiernos de Juan Manuel Santos (2010-2018). De ser un presidente que tenía porcentajes de favorabilidad de más del 70% durante su mandato (2002-2010), pasó a solo un 20% en mayo de 2021. ¿Por qué ha sucedido esto, qué efectos ha tenido y qué relación tiene con las movilizaciones y protestas en Colombia?

Cuando se aceleró el surgimiento de la figura de Uribe en 2001, sucedió bajo un discurso de respuesta fuerte a las guerrillas, que habían despilfarrado la oportunidad de negociación con Andrés Pastrana, el anterior presidente. Uribe representó entonces al hombre fuerte que podía defender al país frente al avance real de la subversión. Su estrategia siempre encajó en el nuevo populismo latinoamericano que antes de él Fujimori y Chávez ya habían comenzado a utilizar, con una clara división del discurso político entre los colombianos de bien y los guerrilleros, y con apoyo en su carisma como hombre paisa unido a las labores de la hacienda, siempre vestido con carriel y sombrero. Esta estrategia recibió impulso de las acciones violentas de las guerrillas y de las declaraciones y acciones de gobiernos vecinos como Venezuela y Ecuador, gobernados en su momento por presidentes de izquierda, lo que agudizaba la contradicción sobre la que Uribe había ganado su enorme popularidad.

Pero con la aprobación de los Acuerdos de Paz con las FARC, perdió fuerza la figura del enemigo al que el uribismo siempre se opuso. Las muertes violentas por el conflicto descendieron de forma dramática durante los dos períodos de Santos (2010-2014 y 2014-2018), y el uribismo, de talante populista, debió comenzar a echar mano de discursos cada vez más conspiratorios y alejados de la realidad para crearse un opuesto. El principal argumento del uribismo entonces fue que Juan Manuel Santos realizaba los acuerdos para entregar el país a las FARC, lo que alcanzó a enarbolarse como plataforma para Iván Duque, el nuevo candidato uribista para las elecciones presidenciales de 2018.

Duque triunfó en 2018 frente al candidato señalado de hacer parte del castrochavismo, Gustavo Petro, pero ya en el poder, sin enemigo de las FARC y con un desgaste de escándalos y asociaciones con corrupción y paramilitarismo, la estrategia discursiva del uribismo comenzó a hacer agua. Debido al conflicto interno y a la constitución de 1991, Colombia había postergado las consecuencias de la crisis de representación que el resto de los países de la Región sufrieron décadas antes, y cuando Duque asume la presidencia, no hay conflicto con la guerrilla al cual ubicar como centro de la agenda política (el ELN y las disidencias no tuvieron el alcance ni la importancia de las desmovilizadas FARC). Como consecuencia, el descontento social y económico comenzó a tomarse las calles del país, y no en vano los apoyos y la favorabilidad de Uribe comenzaron a tener un marcado descenso.

Las movilizaciones en contra de Duque y el uribismo

Para seguir contextualizando lo que sucede hoy en Colombia, es importante reconocer que lo que está pasando ya había comenzado a suceder muy temprano en el gobierno de Duque. Que gradualmente se ha venido cultivando tanto el descontento de quienes están en las calles ­–que ya vimos que se activa luego de los acuerdos de paz y al eliminar el enemigo interno–, como la postura y la reacción violenta del gobierno de Duque y el uribismo, que cada vez ha traspasado más los límites democráticos en su reacción a las protestas.

En noviembre de 2019, el gobierno tuvo que enfrentar masivas movilizaciones y protestas centradas en el descontento social y económico, y en el rechazo a los asesinatos de líderes sociales y personas reinsertadas a la vida civil luego de los acuerdos de paz. Para entonces se hizo famosa la expresión “se están metiendo al conjunto residencial de al lado”, aludiendo a cadenas de Whatsapp que ampliaron mensajes para procurar deslegitimar la protesta y sembrar zozobra entre la población urbana, anunciando que hordas de personas venían a robar y saquear zonas residenciales. Al final las cadenas se probaron falsas, pero marcaron un punto que permite reconocer cómo las fuerzas estatales colombianas enfrentaron abiertamente las movilizaciones y protestas sociales con estrategias de sabotaje como la difusión de este tipo de mensajes, junto con otras estrategias ya conocidas, como las infiltraciones entre los manifestantes y la generación de desmanes para deslegitimar la protesta.

En esas movilizaciones de noviembre de 2019 fue asesinado en Bogotá el estudiante Dilan Cruz a manos de un agente del ESMAD, el Escuadrón Móvil Antidisturbios. No era la primera vez que el ESMAD mataba a un manifestante, pero al ser grabado en video y circulado en redes sociales, generó un gran rechazo entre sectores de la población[1]. Duque reaccionó convocando a un diálogo nacional que no logró mayores resultados, pero que sí ayudó a desescalar la situación.

Hacia septiembre de 2020, ya en pandemia, tuvo lugar otro ciclo de protestas, esta vez generadas por el asesinato de un abogado por parte de la policía, nuevamente un caso registrado en video. En esta ocasión la policía disparó contra los manifestantes, matando a 13 personas y causando heridas a más de 254[2]. La reacción de Duque fue consentir la brutalidad policial y, por el contrario, señalar al ELN y a las disidencias de las FARC como causantes de los problemas generados por las manifestaciones.

El gobierno de Duque cruzó entonces una línea en 2019 y la volvió a cruzar aún más en 2020. No tuvo ninguna reacción de rechazo o de control sobre los asesinatos sucedidos en las protestas, y anteriormente reforzó el discurso político de que las movilizaciones obedecían a problemas de orden público azuzados por actores internos y externos que buscaban desestabilizar el país.

Además, la pandemia trajo un agravamiento de las condiciones sociales y económicas de los colombianos. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), un 72,7% de los colombianos están por debajo de la línea de pobreza (42,5%) o tiene ingresos que apenas la superan (30,2%). El desempleo es elevado, aun más entre los jóvenes. Algunos reportes desde los lugares de las protestas mencionan que los jóvenes movilizados dicen comer mejor en las ollas comunitarias de los que están en las calles y bloqueos que en sus propias casas[3] [4].

Con todo lo anterior, y con una reforma tributaria que fuera la chispa que encendiera el fuego de las movilizaciones, se hace aun más difícil negar las demandas sociales y económicas de quienes se han movilizado y se mantienen hoy en las calles. Si bien hoy ya se ha convertido en un problema de orden público, antes de serlo ha surgido ­–y sigue siendo– un problema social, económico y político que viene en desarrollo desde muy temprano en el mandato del actual presidente.

En una siguiente entrada hablaremos del desarrollo y los efectos de estas movilizaciones y protestas, de las implicaciones han tenido para la democracia del país, y de por qué no se trata de un fenómeno ajeno al resto de la Región.

[1] https://cnnespanol.cnn.com/video/colombia-estudiante-duque-protesta-manifestacion-muerte-conversacion-nacional-presidente-paro-perspectivas-mexico/

[2] https://lasillavacia.com/silla-reconstruye-como-policias-mataron-los-tres-jovenes-verbenal-78570

[3] https://medium.com/muros-invisibles/port-resistance-the-autonomous-zone-at-the-heart-of-colombian-protests-f9a789f3c206

[4] https://elpais.com/internacional/2021-05-06/en-la-trinchera-de-puerto-resistencia-el-bastion-insurrecto-de-cali.html