Panamá Moderno: de territorio ocupado a centro de las Américas, es un libro sobre el sistema económico que se crea luego de la firma de los Tratados Torrijos-Carter en 1977.

Como se anticipa en el prólogo, la historia que documentan sus autores, Michael L. Conniff y Gene Bigler, responde desde la perspectiva anglosajona la suspicaz pregunta “¿qué sucede cuando los Estados Unidos le da a un pequeño país lo que quiere?” (Panamá moderno, p. 2). Al explorar una amplia gama de respuestas, el libro nos presenta una invaluable crónica de los juegos políticos que han mantenido viva la apuesta por la creación y el desarrollo del llamado ‘hub de las Américas’. La Ciudad de Panamá, Colón y el Canal son los protagonistas de esta historia que nos muestra crudamente la narrativa económica que ayuda a mantener viva la mayor parte del Producto Interno Bruto (PIB) panameño. Es decir, el libro expone las historias que nos contamos diariamente a nosotros mismos sin mucho cuestionamiento sobre cómo la aglomeración de actividades económicas en solo dos provincias del país es natural o el destino inevitable que nuestra geografía nos ha impuesto.

Las protestas de los que no se benefician de este modelo económico, los movimientos sociales que cuestionan las supuestas oportunidades que brindan emular a la muy autoritaria Singapur y la monárquica Dubai, y las externalidades negativas de la limitada diversificación sectorial, son espolvoreadas en diferentes capítulos del libro. Aunque estas dinámicas no se exploran en profundidad, el libro nos presenta una lista tan larga de personas que no han sido alzadas por la gran ola del crecimiento de las últimas décadas, que como panameños no nos queda otra opción que  plantearnos una serie de preguntas fundamentales e incómodas sobre lo que somos como país.

Creando el ‘hub de las Américas’

Luego de una informativa introducción sobre los tratados de 1977, el libro nos presenta el acontecimiento central que impacta el resto de la trama histórica. En los albores de la dictadura torrijista, un grupo de intelectuales liderados por el economista Nicolás Ardito Barletta, elaboró desde la Dirección de Planificación Política y Social del Ministerio de Planificación y Política Económica, la Estrategia nacional para el desarrollo 1970-80. Este documento, que sobresale por su segura e impecable redacción, sirvió de base conceptual para el modelo económico de las últimas cinco décadas. En un inicio, esta estrategia sirvió de guía para procesos de planificación que anteceden la firma de los Tratados, enfocándose en cuatro objetivos:

  • Crecimiento económico con exportaciones
  • Desarrollo humano y social
  • Integración económica regional y nacional
  • Desarrollo institucional.

Lejos de un destino inevitable que surge naturalmente, la implementación de esta planificación fue acompañada por “…generosos subsidios a los empresarios que se aliaron con el nuevo Gobierno. Una camarilla de terratenientes –ansiosos por aprovechar que el régimen necesitaba amigos– se apresuró a recibir contratos, concesiones, subvenciones y tratos especiales de toda índole. (…) Torrijos también nacionalizó algunos servicios (…) lo que permitió al Gobierno subsidiar las tarifas a los consumidores, y construir nuevas represas hidroeléctricas y redes de distribución” (p. 42).

Cuando el arquitecto de este modelo económico se convirtió en el presidente de Panamá en 1984, se redoblaron los esfuerzos programáticos para convertir al país en el ‘hub de las Américas’. Para esto:

«Se basaron en las visiones anteriores de Panamá como un centro para los servicios y el comercio global, comparándolo con Singapur, que había tenido éxito como nación pequeña que usaba su ubicación como una ventaja estratégica. Propagaron el concepto de Panamá como puerto central: un lugar para el manejo de contenedores, la manufactura consolidada como la Zona Libre de Colón, el transporte aéreo, los servicios marítimos y la banca offshore» (p. 79).

Todo esto implicó que el proceso de “panameñizar el Canal” (p. 98) se convirtiera en uno de los más exitosos reposicionamientos estratégicos y operacionales de cualquier empresa estatal en el mundo. Gracias a la “planificación en esteroides” (p. 301), la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) convirtió un importante punto geopolítico, por donde meramente pasaban buques, en un hub multimodal de servicios comerciales y marítimos. El modelo de negocios tomaba ventaja de las 18 horas de espera que toma en promedio empezar el cruce interoceánico, e implementó una audaz y exitosa estrategia de segmentación de precios. Como resultado, la contribución del 10% al PIB de todo el sector marítimo aumentó a un 25% en una década.

«Reflejando este fuerte crecimiento, incluso en 2011, The Economist anunció que la potencia marítima estaba convirtiendo a Panamá en el Singapur del hemisferio occidental». (p. 317)

Basados en la misma estrategia setentera, los esfuerzos de planificación liderados por Ardito Barletta como Director General de la Autoridad de la Región Interocéanica (1994-1999) contribuyeron a la creación de zonas económicas especiales alrededor del Canal, incluyendo Ciudad del Saber y Panamá Pacífico. El éxito de estas iniciativas se debe en parte al uso de herramientas como incentivos fiscales, reglamentos especiales de contratación de personal extranjero, y términos favorables para el uso de terrenos e infraestructura.

Colonización de las provincias y la institucionalidad

Mientras que el exitoso reposicionamiento del Canal es celebrado y documentado con detalle en este libro, el accidentado progreso en lograr los objetivos de desarrollo humano y social, y la integración económica de todas las provincias y comarcas, se aborda con menos profundidad.  El libro documenta los diferentes intentos presidenciales de proveer asistencia económica y social a los que no se han beneficiado del modelo económico creado. Aunque el libro no lo menciona directamente, la descripción que hace de estos esfuerzos refleja el legado de aquel plan de Ardito Barletta, donde las provincias son descritas como lugares para ser colonizados, y las comarcas, “encerradas en su dialecto, en sus tribus, medicinas herbáreas y sus cantos y danzas, viven muchos siglos de quietismo y marginados de la evolución nacional”. (Estrategia nacional para el desarrollo, p. 165).

En efecto, en el imaginario nacional, las provincias no son espacios de innovación ni desarrollo económico. Allí no ocurre investigación ni innovación científica, social o tecnológica. En su lugar, las provincias exportan mano de obra barata para el ‘hub de las Américas’.  La productividad del sector primario, ubicado mayormente fuera del hub, se entiende como un mecanismo para proveer a bajo costo las necesidades básicas de las personas que participan en el modelo económico predominante.  Como resultado, los repetidos esfuerzos por mejorar la calidad de vida de la zona del interior y descentralizar la economía, se enfocan en transferencias monetarias condicionadas, mejoramiento de la infraestructura física de transporte y agua, y la construcción de edificios para brindar servicios de salud y aprendizaje. A pesar de la tibia evaluación que dan los autores a los programas de subsidios a las personas con menos ingresos, el libro termina con una advertencia para el gobierno actual, que ha prometido la problemática yuxtaposición de implementar un programa de austeridad y saldar la deuda social:

«Partidarios del Gobierno (del Presidente Varela) advierten que una futura crisis en los ingresos públicos o en el crecimiento económico podría tener un impacto devastador en la población más vulnerable del país.» (Panamá moderno, p. 741).

Por último, los fallidos esfuerzos por lograr el desarrollo institucional son abordados en el libro describiendo la brecha entre las decenas de leyes e iniciativas para reforzar la institucionalidad y los cientos de casos de corrupción de las últimas décadas. Con tan poca voluntad política para atacar este tema, la lista de pendientes en esta área, al momento de escribirse el libro, era y sigue siendo abrumadora:

«Casos de corrupción pendientes de ser procesados, una caótica reforma judicial, nombramientos a la Corte Suprema retrasados, el deterioro de los partidos tradicionales, el aumento del activismo cívico, el clientelismo desenfrenado, la negligencia legislativa en la Asamblea Nacional y el debate sobre el papel de la ACP». (p. 447)

Conclusión

Panamá Moderno: de territorio ocupado a centro de las Américas deja claro que la capacidad de los panameños de unirse y enfocarse en una causa común es posible y tiende a arrojar resultados mayormente positivos.

Como ya ha sido documentado ampliamente, esta acción colectiva se reflejó en los esfuerzos por conseguir la soberanía territorial que culminaron en 1977. Lo que este libro demuestra es que desde finales de los sesenta hasta hoy, nos hemos enfocado en sacar la mayor ventaja posible de los activos y el potencial de generar riqueza del área canalera. Esto no se logró porque es nuestro destino natural e inevitable. Muy por el contrario, el Estado y el sector privado siguieron una estrategia que priorizaba y facilitaba un número limitado de actividades de producción y distribución. Sin duda, los esfuerzos empresariales y la toma de decisiones y riesgos de inversionistas nacionales e internacionales, contribuyeron al éxito de este proceso de planificación. Pero nada de esto se hubiese logrado sin la facilitación, coordinación y recursos del sector público.

Este proceso, sin embargo, descuidó la activación productiva de la llamada área del interior, al mismo tiempo que fortaleció a inversionistas, empresas, empresarios de la Ciudad de Panamá y Colón. Por alguna razón que deberíamos estudiar más a fondo, estos mismos inversionistas y empresarios han dejado de reconocer y valorar las funciones de la administración y el espacio público en generar procesos de desarrollo económico, y hoy ven con recelo las iniciativas de planificación y descentralización económica.

Este libro hace una valiosa contribución al entendimiento colectivo de nuestra historia reciente. Ahora es nuestro turno como panameños, como muy bien lo describe Guillermo Castro en la presentación de este libro, de “enriquecer, desde nuestra propia realidad, el diálogo en torno a lo que los autores plantean y a los posible futuros que este planteamiento alberga (p. 16).