Jon Subinas y Nelva Araúz Reyes

 

El pasado 22 de abril, el Ministerio de Salud inició la administración de 36 mil dosis de vacunas de AstraZeneca. El proceso inició con la invitación pública a la población para que voluntariamente se registrara según los requisitos de edad establecidos. Para acceder a la vacuna, las personas debían solicitar una cita por vía telefónica o por medio de una plataforma digital, y la aplicación se realizaría en los autoexpress instalados en Panamá, Panamá Oeste, Santiago, Chiriquí, Azuero, Colón, Coclé y Bocas del Toro. Pese a dificultades técnicas iniciales en el registro, el proceso parece haber sido exitoso. En dos días, las citas se agotaron. También en Panamá, el sábado 23 de abril se cerró el proceso de vacunación del circuito 8-7, en donde solo se vacunó poco menos de la mitad (49.86%) de las personas que se esperaban (La Prensa, 2021). ¿Por qué en el mismo país y al mismo tiempo encontramos actitudes tan marcadamente distintas frente a la vacunación?

La confianza en las vacunas en Panamá

El estudio del CIEPS titulado “Impacto del coronavirus sobre la conducta y la opinión pública” (enero de 2021), incluyó una pregunta sobre la disposición a vacunarse una vez iniciado el proceso de vacunación, donde el 74.2% de las personas indicaron que sí lo harían; un 14% señaló que no sabían y solo un 11.8% manifestaron que no lo harían (CIEPS, 2021). Un estudio similar realizado en 2020 por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) mostró a Panamá entre los países más favorables a la vacuna en la región. En una escala que iba entre la aprobación de 6 de cada 10 personas encuestadas en Uruguay, a la aprobación de 8 de cada 10 en Brasil, el Istmo quedaría entre los países con una favorabilidad media-alta a la vacuna contra el COVID-19.

Sin embargo, profundizando en las cifras del estudio del CIEPS, se constatan diferencias significativas entre la confianza en las vacunas y el nivel adquisitivo. Las personas con menos ingresos expresaron el máximo grado de desconfianza: un 52.8% confían poco o nada, frente al 21.3% de desconfianza entre quienes poseen ingresos que superan los 2,000 dólares mensuales.

Al igual que en los resultados sobre la confianza, también se revela una gran diferencia en la predisposición a vacunarse entre personas con ingresos mayores a 2,000 dólares frente a aquellos cuyos ingresos se encuentran por debajo de los 400 dólares. La distancia entre estos dos perfiles socioeconómicos asciende a más de 20 puntos porcentuales en favor de las personas con mayores ingresos. 

Las personas con menores ingresos son quienes más eligen la respuesta “no sabe/no responde” (22.2%), lo que puede ser indicativo de dudas frente a la vacunación. Estas posibles dudas se reducen a menos de la mitad en personas con ingresos de más de 2000 dólares (10.6%), lo que genera una relación lineal: a mayores ingresos, menos dudas, y a menores ingresos, más dudas.

La necesidad de un proceso de vacunación que contemple las desigualdades sociales

Para ejemplificar los datos anteriores, el proceso de la primera provisión de la vacuna AstraZeneca permite estimar una aproximación al perfil de quienes se la aplicaron voluntariamente, con la salvedad de que, si bien no disponemos de datos estadísticos al respecto, el propio procedimiento exigía conocimientos digitales mínimos, acceso a telefonía o servicio de datos móviles y automóvil. Es decir, aun cuando algunas personas acudieron caminando, el proceso fue pensado para que llegaran en auto.

En un proceso sanitario es importante recordar que Panamá es uno de los diez países más desiguales del mundo, y esta realidad se materializa de múltiples formas. En este caso analizaremos dos de ellas, vinculadas al referido proceso de vacunación. Una es la brecha digital, que es el reflejo de la brecha social en el mundo digital (Pimienta, 2007). La brecha digital, además de estar vinculada a la distancia o la falta de acceso material a dispositivos y conectividad, se relaciona con las brechas de conocimiento y formación digital, que impiden el desarrollo de estas competencias (Urribari, 2021) y limita el acceso de las personas a ciertas oportunidades y derechos, como en este caso era la posibilidad de registrarse para un proceso de vacunación. 

Analizando el acceso a telefonía móvil e internet en el país y según el Plan Nacional Estratégico de Ciencia, Tecnología e Innovación 2019-2024, de la Senacyt (2019) se tiene que solo un 11% de la población cuenta con suscripciones de banda ancha fija, siendo mayoritarias las conexiones de banda estrecha por medio del celular. De igual forma, según la ASEP (2019), la penetración del celular es del 96%, pero la cobertura territorial del servicio es del 38% y la modalidad más usada es la de prepago. (Urribari, 2020). Por su parte, el 63% de hogares no tienen una computadora y el 45% no han utilizado internet. De las personas que no tienen computadora, el 71% no usan internet (UNCTAD, 2019). Además es importante considerar que solo 2 de cada 10 personas en Panamá poseen un automóvil en circulación. Para 2018 había 878,027 autos en circulación, frente a una población de 4,158,783 personas. Del total de autos circulando, el 80% se encuentran en la zona de tránsito (Panamá, Panamá Oeste y Colón) (INEC, 2018). En otras palabras, en un país con una desigualdad tan profunda, tener vehículo, internet y dispositivos electrónicos –bienes que en otras sociedades pueden ser recursos básicos–, es un privilegio.  

Reflexiones finales y recomendaciones

En Panamá predomina un modelo científico positivista donde el único tipo de conocimiento posible es el de las ciencias naturales y exactas. Este modelo está vinculado a una serie de hechos históricos. Por ejemplo, que Justo Arosemena, considerado el padre de la nacionalidad panameña, haya sido un destacado representante del positivismo en Latinoamérica, o que el nacimiento de la república de Panamá haya estado tan estrechamente ligado a la obra de ingeniería más importante del siglo XX, son hechos que han influido de manera importante en el imaginario colectivo del país. El gran inconveniente es que el modelo de pensamiento positivista no basta para detectar la diversidad y la disparidad social. 

Con la irrupción de la pandemia, las cuarentenas y sus consecuencias, las inequidades se han hecho más evidentes en Panamá, agudizando el diferenciado acceso a la salud, la educación, la conectividad y los recursos públicos. Ello ha generado una profunda dualidad social, donde una parte significativa de la población no tiene acceso a unos mínimos de bienestar y se encuentra desprotegida. 

Esta dualidad es un factor básico para entender por qué –como revelan los estudios del CIEPS– los sectores más vulnerables económicamente desconfían más y están menos dispuestos a vacunarse, mientras que los sectores con mayores ingresos tienen mucha más confianza y están más dispuestos a ser vacunados. 

Las medidas biomédicas para hacer frente a la pandemia han sido una herramienta fundamental, pero en el caso panameño no han tenido en cuenta la diversidad de las disparidades sociales. Dado que los procesos de vacunación serán fundamentales para mitigar la pandemia y para reactivar la economía, estos factores deben ser tomados en cuenta, considerando que una variable de la confianza está relacionada con los ingresos de las personas. 

Esta explicación permitiría superar el esquema de pensamiento según el cual existen actores racionales (“personas con más recursos) y actores irracionales (“personas con menos recursos”), para evaluar otras posibilidades. Por ejemplo, que quizá la desconfianza obedece a que los sectores socialmente más vulnerables no estén preparados para enfrentar ciertos riesgos de salud, porque carecen de acceso a unos mínimos de seguridad sanitaria que a su vez requieren de recursos básicos como el acceso a información adecuada, conexión a internet o medicamentos en caso de sufrir algún efecto inesperado. Ello sumado a la posible desconfianza en las instituciones como proveedoras de las vacunas.  

En el futuro cercano, los datos obligan a pensar en mecanismos complementarios a los ideados para la primera provisión de las vacunas, tanto la de AstraZeneca como en general. Por ello es recomendable:

  • La triangulación de metodologías entre las ciencias sociales y las ciencias médicas, una de las bases de la investigación en la salud pública contemporánea.
  • Incluir la asesoría y la participación de personas expertas de las ciencias sociales en los programas sanitarios de prevención y promoción de la salud.  
  • Diversificar la comunicación de los procesos de vacunación, con explicaciones amplias y comprensibles acerca de la importancia de las vacunas, sus efectos y sus soluciones, tomando en cuenta a las personas de todos los sectores sociales, sus dinámicas y respuestas usuales ante las situaciones sanitarias. Para ello sería importante el apoyo de los gobiernos locales y la creación de campañas masivas de radio y televisión abierta, así como de redes sociales.
  • Ofrecer la posibilidad del registro presencial para la vacunación, considerando también que las personas con discapacidad, adultas mayores o de zonas rurales podrían no contar con conocimiento digital y formas de movilidad, tanto para reservar un cupo como para acudir a los recintos a vacunarse. Es recomendable programar cuadrillas que visiten las casas, no solo para la vacunación de quienes ya se hayan registrado, sino también para el propio registro.

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 Referencias

ASEP (2019), Indicadores del Servicio Móvil desde 2010-2019e. Recuperado 10 de febrero de 2021, de https://www.datosabiertos.gob.pa/dataset/asep-indicadores-del-servicio-movil-desde-2010-2019e

CIEPS (2021), Impacto del coronavirus sobre la conducta y la opinión pública (III), Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales, Panamá.

INEC (2018), Cuadro 1. Estimación de la población total en la república, según sexo y grupos de edad: años 2014-18, Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, Panamá.

INEC (2018), Cuadro 4. Automóviles en circulación en la república, por provincia, según tipo: año 2018 (p), Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, Panamá.

La Prensa (2021), https://www.prensa.com/sociedad/reportan-una-baja-asistencia-en-jornada-de-vacunacion-contra-la-covid-19-en-el-circuito-8-7/

http://minsa.gob.pa/noticia/en-panama-de-forma-voluntaria-se-aplicaran-las-dosis-de-astrazeneca

Pimienta, D. (2007), Brecha digital, brecha social, brecha paradigmática. Santo Domingo: Funredes. Retrieved March 30, 2009 from http://www.funredes.org/mistica/castellano/ciberoteca/tematica/brecha_paradigmatica.doc 

Senacyt, (2020), Plan Nacional Estratégico de Ciencia, Tecnología e Innovación 2019-2024, Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, Panamá.

Urribarri, Raisa, (febrero de 2021). Panamá en pandemia: La brecha digital se convirtió en noticia.

Urribari, Raisa (2020), Coronavirus y desigualdad digital.