Realizada la segunda vuelta electoral de la presidencia colombiana, ha sido elegido presidente Gustavo Petro con más de 11 millones de votos y un 50,4% de la votación, imponiéndose sobre Rodolfo Hernández, quien tuvo cerca de 10 millones y medio de votos y un 47.3%. Esta constituye la primera ocasión en que un candidato de un partido reconocido como de izquierda es elegido presidente y representa un giro político de elevada magnitud dentro del sistema político colombiano. ¿Por qué fue mayor la victoria de lo que se esperaba según las encuestas? ¿Quién es Gustavo Petro? ¿Qué se puede esperar de su gobierno y cómo puede afectar a Panamá?
Qué pasó en la segunda vuelta
Hasta el momento en que se pudieron revelar las últimas encuestas, los resultados advertían de un empate técnico entre los candidatos. Sin embargo, había una tendencia decreciente de la campaña de Rodolfo Hernández, quién evitó tener el debate presidencial de la segunda vuelta y cuyos discursos revelaron serias limitaciones.
Lo que parece haber sucedido es que Hernández no logró atraer toda la votación que en primera vuelta había ido a Gutiérrez, candidato del uribismo. Hernández tuvo que hacer malabarismo para recibir los votos del uribismo, pero sin descuidar los de la gente no uribista que no quería votar por Petro, lo que en última instancia se comprobó muy difícil. Además, muchos de los votantes que en primera vuelta habían ido con Hernández parecían haberlo escogido por el descontento entre la oposición del uribismo y Petro, pero abandonaron su candidatura una vez que la campaña de la segunda vuelta reveló sus limitaciones.
Pero, sobre todo, Petro alcanzó la votación más alta que un candidato presidencial haya recibido en Colombia: en total, tres millones más que en la primera vuelta, lo que habla de la forma en que la candidatura logró conectar con sectores de la población que históricamente no participaban en la política. De entre toda esta votación resulta importante reconocer la votación del pacífico colombiano, cuyos porcentajes de participación fueron mucho más altos que los del resto del país, lo cual sin duda tuvo que ver con la influencia de su candidata a la vicepresidencia, Francia Márquez, afrocolombiana y originaria de dicha región del país.
¿Quién es Gustavo Petro?
Cuando se rompió el proceso de paz llevado entre Belisario Betancur y el M-19 en 1985, uno de los personajes encarcelados en la contraofensiva del gobierno fue Gustavo Petro, entonces militante de esa guerrilla. Una vez liberado se hizo miembro del grupo de desmovilizados liderados por Carlos Pizarro y Antonio Navarro Wolf, y fue elegido por AD-M19 como Representante a la Cámara en 1991. Luego de sufrir amenazas en su contra, se exilió y fue nombrado como agregado diplomático de derechos humanos en la Embajada de Colombia en Bruselas (1994-1996). Posteriormente retornaría al país para ser elegido de nuevo en la Cámara de Representantes en 1998 y en 2002 por parte del Movimiento Vía Alterna. Este movimiento se convertiría luego en uno de los movimientos que conformaron la coalición del Polo Democrático Alternativo (PDA), que hasta entonces fue la organización partidista de izquierda más importante en la historia política del país. Petro comenzaría a destacarse ya en el PDA como opositor del gobierno de Álvaro Uribe, al punto de ser considerado por sus colegas y por la prensa nacional como el mejor congresista del país. El 18 de mayo de 2002, Petro denunció al senador Álvaro García Romero por complicidad en la Masacre de Macayepo y participó de la revelación de una serie de investigaciones sobre la relación entre políticos y paramilitares, en lo que terminaría conociéndose como “la parapolítica”.
El carácter de sus denuncias contra el popular gobierno de Uribe, a la vez que su pasado como guerrillero, le llevaron a ser un político polémico y uno de los personajes políticos más reconocidos dentro del Congreso. Petro resultó reelegido para el Senado en 2006 y continuó con denuncias de corrupción y señalando las relaciones entre los partidarios del gobierno de Uribe y grupos ilegales. Hacia 2007, en el marco de una serie de acusaciones contra Uribe y su pasado político en Antioquía, Petro sorprendió al proponer un gran acuerdo nacional en el que tuviesen parte todos los sectores políticos y alzados en armas. Dicho acuerdo nacional implicaría, según Petro, cinco puntos: un reconocimiento de que el proyecto paramilitar había fracasado como alternativa al conflicto armado, una ampliación de los espacios participativos locales, un rechazo al clientelismo como forma de hacer política, la estimulación de una economía regional capacitada para competir nacional e internacionalmente, y la confesión de los hechos que rodearon el proyecto paramilitar. Cumplidos estos puntos, podrían otorgarse beneficios legales a cambio de un verdadero proyecto de reconciliación y reparación ante las víctimas.
Una vez que se retiró Luis Eduardo Garzón, el primer líder del PDA, Petro decidió mantenerse en el partido y competir en las elecciones internas de 2009, sorprendiendo con su triunfo y, entonces, haciéndose candidato en las elecciones presidenciales de 2010. En esas elecciones alcanzó el cuarto lugar y apenas el 9.50% de los votos.
Con ocasión del escándalo por corrupción de Samuel Moreno, entonces alcalde de Bogotá por el PDA, Petro decidió salir de esa coalición de izquierda y conformar su propio partido, el Movimiento Progresistas. Con esa etiqueta ganó las elecciones para la Alcaldía de Bogotá, un resultado que sería la tercera ocasión consecutiva en que un miembro de izquierda ganara las elecciones de esa ciudad. Su gestión estuvo marcada por líos con la Procuraduría Nacional del Estado Civil, que lo inhabilitó temporalmente, pero tuvo que revertir la decisión por mandato del Tribunal Superior de Bogotá y el Consejo de Estado.
Para 2018 Petro participó en las elecciones presidenciales, llegando también a la segunda vuelta contra Iván Duque, el candidato del Centro Democrático y representante del uribismo. Petro obtuvo un 41.8% de votos en segunda vuelta, perdió esas elecciones por 12 puntos porcentuales de diferencia y se convirtió entonces en la principal figura de oposición de Duque en sus 4 años de gobierno.
Durante este tiempo, Petro avanzó en términos de pragmatismo político y recibió el apoyo de experimentados políticos tradicionales como Roy Barreras y Armando Benedetti, congresistas que en otro tiempo fueron adeptos al uribismo. Su campaña se caracterizó entonces por añadir apoyos de políticos que en muchos casos habían sido denunciados por el Petro senador y opositor. Tal decisión ha significado que, luego del mal gobierno de Iván Duque, sean dicho gobierno y los apoyos políticos recibidos los que capitalicen el descontento social y económico de la gran mayoría de la población colombiana.
¿Qué se puede esperar del gobierno de Petro y cómo puede afectar a Panamá?
Existe una importante diferencia entre lo que está consignado en los programas de gobierno y lo que efectivamente tiene lugar en una gestión presidencial en Colombia. En el caso de Petro, analizar el discurso de victoria que dio una vez conocidos los resultados podría servir de guía frente a su futura gestión. En su discurso, Petro hizo énfasis en lo que él ha llamado “política del amor”, basada en tres pilares: la defensa de los acuerdos de paz, la justicia social y la justicia ambiental. Para ello, el electo presidente llamó a un gran acuerdo nacional, un diálogo nacional vinculante en el que estén representados incluso sectores históricamente excluidos.
También afirmó que, contrario a lo que temían algunos sectores opuestos a su figura, en su presidencia tendría lugar el desarrollo del capitalismo en el país, tratando así de responder a los temores de que se convierta en un nuevo caso de autoritarismo de izquierda en la región. Varios elementos influyen en que el escenario venezolano no sea precisamente el más probable. En primer lugar, Petro no forma parte de la élite política y económica tradicional del país, lo que al menos al comienzo le garantiza una fuerte oposición política y mediática, tal como ya la tuvo en la Alcaldía de Bogotá. En segunda instancia, su discurso de victoria y todo su programa tendrán que lidiar con carecer de una mayoría en el Congreso. En este sentido, es de esperarse que Petro tenga que negociar aún más, al menos con partidos políticos tradicionales como el Partido Liberal, el Partido Conservador, Cambio Radical y el Partido de la U, que suelen intercambiar apoyos políticos en el legislativo a cambio de la participación en puestos del gobierno y en la distribución de recursos nacionales, lo que sin duda implica moderar las pretensiones de cambio político, social y económico que su figura ha representado hasta ahora.
¿Cómo puede afectar esto a Panamá? Aún es muy pronto para saberlo, pero hay por lo menos dos dimensiones a las cuales prestar atención en cuanto a la relación con Colombia. Primero, qué cambios podrían darse en términos de relaciones comerciales entre ambos países, sobre todo al atender el marco de políticas comerciales que defendió el candidato colombiano. El programa de Petro mencionó que se buscará la renegociación de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con el propósito de mejorar la posición del país en el comercio exterior, y que se revisarán los derechos de propiedad intelectual y las condiciones para la inversión extranjera. Igualmente, habló de crear una política de “aranceles inteligentes” para insumos del sector agropecuario y agroindustrial para promover la generación de valor agregado, la competitividad y la industria nacional. Entonces sí hay razones para estar expectantes con respecto a las relaciones comerciales entre el nuevo gobierno colombiano y Panamá.
Segundo, en un tono mucho más especulativo –y que habrá que ver si supera ese nivel–, habrá que ver qué tanto se hará realidad la fuga de capitales y de ciudadanos colombianos que muchos opositores de Petro predijeron con una victoria suya. Siendo Panamá un país vecino, sería uno de los primeros en recibir las implicaciones migratorias y de inversión que un fenómeno de este tipo traería, pero aún es muy temprano para considerarlo.
Aun así, es un avance innegable el que un ex guerrillero del M-19 pueda ganar las elecciones presidenciales en un país que tuvo el conflicto armado con guerrillas más largo de la historia; que una mujer afrocolombiana representante de movimientos sociales pueda llegar a ser la vicepresidenta del país, y que en el discurso de celebración Petro cediera la palabra a la madre de Dilan Cruz Medina, joven asesinado por las fuerzas antidisturbios de la policía durante las manifestaciones de noviembre de 2019 contra el gobierno de Iván Duque (un momento en que éste eligió vestirse de policía para defender las acciones de la fuerza pública). El pasado domingo, Colombia le abrió la puerta a un proyecto popular que no está exento de complejidades y matices, pero que se distancia de la violencia política del uribismo por más de 20 años.
Politólogo, Doctor en Estado de Derecho y Gobernanza Global por la Universidad de Salamanca. Sus temas de investigación son la calidad de la democracia, las instituciones informales y la corrupción. Tiene experiencia profesional en Colombia, Ecuador y España.
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